En Wonder Woman: Tierra Muerta (recopilada por ECC Ediciones en un único volumen en cartoné), Daniel Warren Johnson lleva a la princesa amazona hasta un inhóspito futuro en el que deberá enfrentarse a sus demonios y redescubrir su fe en la humanidad y en sí misma. Una historia de penitencias y segundas oportunidades que recoge muy bien el legado y el significado de la heroína más importante del mundo del cómic.
«Desde mi punto de vista, veo la posibilidad de cambio, aunque eso lleve décadas»
La historia se inscribe dentro del sello Black Label de DC Comics, ese que viniera a sustituir y superar a Vertigo, abriéndose a obras protagonizadas por las principales figuras superheroicas de la editorial, muchas de ellas -como es el caso- fuera de continuidad. Esta libertad sobre el tapiz la aprovecha Warren Johnson para jugar con Diana y parte de su mitología trasladando ambas a terrenos que el autor controla y sabe explotar, de tal manera que es imposible no establecer nexos entre esta Tierra Muerta y Extremity, el cómic con el que le conocimos como autor completo hace ya un par de años; y no solo por la ambientación post-apocalíptica sacada de alguna crónica de Mad Max, sino por el enfoque de la narración -con un preeminente sentido de la aventura- y por los temas tratados tales como el legado o el perdón.
Como amazona que es, Wonder Woman no desentona en un ambiente tan salvaje y hostil como el que nos presenta Warren Johnson, escaso en recursos, pero repleto de peligros y con una civilización -lo que queda de ella- siempre guerreando y arriesgándose al límite con tal de intentar sobrevivir un día más. Donde con otros personajes el encaje sería más complicado en este contexto, la naturaleza mítica (incluso mágica) de Themyscira y la tradición griega le sirven al autor como una suerte de comodín para permitirse ciertas licencias que le ayudan en el avance de la trama.
Trucos al margen, es sorprendente -para bien- cómo el autor atrapa la esencia del personaje. La aventura no podría estar más alejada de los cánones que entendemos como propios de Wonder Woman, pero es sumamemente reconocible en todo momento. Desde el fondo antibelicista y el mensaje de esperanza, hasta el retrato pasional e inspirador de la heroína, capaz de blandir como una fortaleza su vulnerabilidad y amor por la humanidad. El relato es duro y cruel, sobre todo con la propia Diana, pero en todo momento mantiene la fe en la fuerza del cambio y las segundas oportunidades, para las que nunca es tarde. Desde sus excesos Daniel Warren Johnson ha descrito uno de los retratos más certeros de la figura de Wonder Woman de los últimos años.
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