Mad Max: Furia en la carretera

Mad Max. Furia en la carretera: ¡Ponle ovarios, Max!

En la era de los remakes, secuelas, precuelas, reboots y recuelas, George Miller ha encontrado la fórmula perfecta para satisfacer a los devotos y al mismo tiempo ganar nuevos creyentes. La solución, como en El Planeta de los Simios (la versión de Rupert Wyatt) ha sido echar la vista atrás al pasado de la franquicia y reinventar la historia a partir de ahí. Si en la saga simiesca se cogieron las bases de la cuarta entrega, Mad Max: Fuera en la carretera hace lo propio con Mad Max 2, ofreciéndonos una versión hiperbolizada de la misma; una suerte de versión alternativa de aquella El guerrero de la carretera.

 

Tom Hardy

 

En los primeros minutos de metraje, en medio de una adrenalínica secuencia de acción, conocemos a Max y descubrimos que está roto y traumatizado por un hecho del pasado, es un héroe que ha perdido la esperanza y vaga por un interminable desierto post-apocalíptico. Ni se nos da una información más específica ni necesitamos saber nada más, el personaje está plenamente definido y preparado para embarcarse en la aventura. Por ello adentrarse en el mundo de Mad Max resulta tremendamente accesible para quien entre de nuevas y familiar para la gente más curtida. Quizás en próximas entregas de la saga (Tom Hardy firmó por tres películas) Miller y su equipo decidan abordar el pasado de Max Rockatansky.

 

El ejemplo más reciente de héroe implacable, misterioso y parco en palabras lo podemos encontrar en Riddick, el tipo que –dejando a un lado la saga Fast & Furious– ayudó a Vin Diesel a dar el salto al estrellato. Ambos personajes reivindican un tipo de cine en declive pero con una base de seguidores fuerte. Un cine de acción y aventuras violento y macarra que marca distancias con los blockbusters actuales, donde mandan los efectos y el tener contento al mayor espectro de público posible. Furia en la carretera busca una acción más física –sucia incluso–, y tiene su nicho bien definido. Aunque como siempre, el dinero manda y en determinadas escenas se echa en falta una violencia más gráfica y descarnada. No se puede tener todo.

 

Mad Max: Furia en la carretera rinde culto a sus predecesoras y las actualiza (al contrario que el buen vino, los años les han sentado muy mal, especialmente a las dos secuelas) y lima muchos de los problemas que presentaban –sobre todo en cuanto a ritmo–, además de ofrecer algún que otro guiño como la inclusión de Hugh Keays-Byrne, quien, como en la película original, interpreta al villano de la función. La película no da un respiro al espectador, que corre el riesgo de salir exhausto del visionado (imprescindible hacerlo en pantalla grande, de verdad). George Miller ha agarrado los códigos del western y los ha integrado en una propuesta de acción vertiginosa capaz de encender al más apacible del lugar. Algo a lo que la aguerrida banda sonora de Tom Holkenborg (o Junkie XL) ya predispone y que el director sabe exprimir al máximo, usándola no solo para potenciar diversas escenas, sino como parte de la propia historia, tomando un “sorprendente” cariz diégetico.

 

Charlize Theron y Tom Hardy

 

Furiosa es la ley

Como ya señalamos en nuestra cobertura de la película durante el Festival de Cannes, Imperator Furiosa (Charlize Theron) es la auténtica protagonista de la función. Son las mujeres las que marcan el ritmo en la película, dejando al mismísimo Max en un plano secundario. Ya el póster, con Theron en primer término y Tom Hardy escudándola nos ponía sobre aviso. En este sentido no resulta nada descabellado pensar en Mad Max: Furia en la carretera como todo un alegato feminista. Bienvenido sea.

 

Dicen basta y –literalmente– rompen las cadenas de un patriarcado esclavizante. Representan la esperanza en un mundo devastado que ha perdido el norte y se rebelan contra él, luchando por su derecho a la libertad. Hay dos escenas clave que visualizan esta idea: La liberación de los cinturones que las aprisionan al poco de iniciarse el segundo acto, y el arranque del tercero, con el heterogéneo grupo de féminas (acompañadas de los personajes de Hardy y Nicholas Hoult) tomando las armas para reclamar que es su momento.

 

La película proclama que el futuro será de las mujeres. El futuro, entonces, está tardando en llegar.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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