Hoy era su día. Cientos de fans en La Croisette esperando. ¿Amaremos el reboot? Al final del pase que comenzaba a las ocho y media se sabría si George Miller se habría portado o no. Y se ha superado. Mad Max: Furia en la carretera ha aparecido como un auténtico torbellino. El título era fiel a su trama: compuesta por solo tres secuencias, y una persecución se pueden hacer grandes películas como la que Miller se ha marcado. Él no ha puesto frenos y se ha cargado de combustible, ese oro tan preciado aquí. La puesta a putno de la saga no es que esté a la altura, sino que evoluciona y se ajusta al 2015.
Charlize Theron –y no Tom Hardy– ha igualado al Mel Gibson de la trilogía. Ella es la heroína y el bueno de Max aquí es un fiel esbirro. Nadie mejor que la actriz sudafricana para ser Emperador Furiosa, uno de los personajes del año. Y el más igualitario. Parece que el Post Apocalipsis será de las mujeres. En la película hay más cantidad de estrógenos de lo típico en estas lides. Con Furiosa va un escuadrón de féminas que luchan en equipo con la que viajan Nicholas Hoult y Tom Hardy en papeles con menos garra. No es por los actores, que ambos salen muy bien parados, sino que sus roles están supeditados a ellas. Novedoso es verlas a ellas en las mismas condiciones. Juntemos a ello su maravillosa estética, que mejor apreciarla en gran pantalla. Has cumplido George treinta años después. El clásico ha sido venerado como merece.
Pero la vida seguía por el festival, y hay que ver más películas a concurso y de Un Certain Regard. Naomi Kawase abría el apetito con An. Y desde luego nunca mejor dicho. La realizadora nipona hace alarde de su tremenda dulzura y la dosifica en su fotografía, su guión y sus dorayaquis. Como una fábula que cuenta el relato de lo artesano y lo manufacturado,proyecta una película que se deja gozar y degustar: porque abre el apetito prácticamente nada más empezar. El pequeño establecimiento donde se desarrolla la película es tan embelesador como los cerezos en flor. Teniendo tan reciente Still the Water dan ganas de ver también An. Y eso que sus argumentos son bien distantes.
En la misma sección se encontraba la rumana Un Etaj Mai Jos de Radu Muntean. Apunta alto al inicio, pero se desinfla y queda plana. Una lástima, con las sorpresas que dan los cineastas rumanos (y sobre todo viendo que en su elenco se encuentra Vlad Ivanov). Aún así, puede que sea de esas películas a las que hay que dar una segunda oportunidad.
Y tocaba ver Sección Oficial. Saul Fia ha sido la sorpresa del día (contábamos con que Miller iba a cumplir). El húngaro Laszlo Nemes narra en su primera película un argumento que ya suena de hace tiempo en el celuloide: el horror de Auschwitz. Bajo un formato 3:4 persigue a su protagonista (perfectamente llevado por su actor Géza Röhrig) en un incesante deseo dentro de la barbarie. Parecía difícil, pero todavía hay opciones diferentes para tratar los campos de concentración. Ya empiezan a vislumbrase los puntos para las palmas.
Y hoy comenzaban también a rodar la Semana de la Crítica y la Quincena de Realizadores. Después del reconocimiento a Jia Zhangke, en esta segunda abría la sección Phillip Garrel. El francés hace una crónica del amor y desamor hoy en día. Se centra en una pareja de artistas que mientras preparan un documental, sale a la luz –del espectador– sus secretos y miedos. La cinta es una obra simpática pese a ser poco condescendiente con el amor, y sobre todo con la estampa que hace de los hombres. Mucho se relaciona la historia del documental que graban con la suya propia: al final todo es mentira, pero puede que la única salida sea aferrarse a lo que se tiene. Buen sabor de boca para cerrar la jornada. Y en blanco y negro.
Mañana más. A ver si hay suerte y podemos entrar a ver a Gus Van Sant. Por cierto, larga vida al reboot.
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