Nadie se queda sorprendido cuando se puede decir que la saga Fast & Furious no ha inventado la rueda, no es la saga más inteligente y todo lo que aporta es testosterona durante su duración. Cierto es que la saga mejoró en todo cuando cambió el tunning por la acción extrema, por coger la saga e intentar darle una continuidad dramática. Y todo eso lo consiguieron entre la cuatro y la siete. Tokyo Race se convertía en un eje fundamental de la historia, y la dos desaparecía del mapa. Ahora con la ocho, esa continuidad, ha desaparecido. Chris Morgan ya parece cansado de comerse la cabeza e unir tramas, relaciones entre los personajes y ha decidido dar rienda suelta a todo lo que tenía en la recámara. Fast & Furious 8 no es, ni de lejos, lo mejor de la saga, y queda muy lejos de las mejores entregas de esta franquicia. Pero si dejas de lado el cerebro al entrar en el cine, te sientas con tus palomitas y te dejas llevar, Fast & Furious 8 entretiene como pocas lo hacen. Eso sí, es mala como ella sola.
Fast & Furious 8 no engaña a nadie de lo que se va a encontrar desde su inicio. Y es así hasta su final después de 135 minutos. La historia ahora ya no se centra en la familia que han formado a lo largo de cinco peículas, sino de que pasaría si se traicionara de alguna manera a la familia. Toretto se cambia de bando, los que antes eran malos ahora son buenos y los que no sabían que querían ser, siguen sin saberlo. Fast & Furious 8 está menos hilada que el resto, va simplemente en ser lo más espectacular que se va a ver en una pantalla de cine. Y lo consigue, pero se nota que lo único que les importa es llegar a la siguiente escena de acción, haciendo aguas completamente en las partes dramáticas, las cuales se convierten en una sucesión de risas descontroladas y de vergüenza ajena en más de un momento (atentos a la secuencia dentro del avión y que justifica, de alguna manera, toda la trama).
Y tampoco ayuda que parece que la saga se ha ido quedando sin ideas: La secuencia del submarino es un refrito del avión de la sexta entrega, hay una persecución por Nueva York que es calcada a la secuencia de la caja fuerte en Fast 5, etc ¿Lo próximo? Como no suban al espacio… Pero con esto no quiero decir que la cinta sea aburrida. Para nada. Fast & Furious 8 funciona por momentos. Su primer tramo es algo aburrido, cambiando completamente a la media hora y sacando toda la artillería. Y es entonces cuando se convierte, como he dicho anteriormente, por momentos, en una oda al cine espectáculo sin ningún tipo de pretensión. Los personajes nuevos entran perfectamente en la acción, tienen algo de continuidad, pero no busquéis que estén desarrollados, pues no se han molestado en ello. Vin Diesel sigue repartiendo estopa como el que más, pero en esta octava entrega todo queda en manos de Dwayne Johnson y Jason Statham, que son los auténticos reyes de la función. Los dos se comen la película entera, y sus enfrentamientos dialécticos son memorables. De aplauso.
El resto del reparto cumple como siempre, sin estar o peor que nunca, pero sin demasiados alardes. Ludacris y Tyron Gibson siguen siendo la parte cómica de la cinta, a las que se les ha unido Nathalie Emmanuel como una compañera de un trío amoroso. Michelle Rodríguez lleva todas las películas haciendo el mismo papel. Y las otras grandes incorporaciones son Charlize Theron y Helen Mirren. Las dos están apoteósicas, una como villana y la otra como una pequeña incorporación que tendrá sus momentos claves cerca del final de la cinta. F. Gary Gray, que se consagró con Straight Outta Compton, consigue realizar una película decente en cuanto a la dirección, pero lejos de lo que hizo Justin Lin o más reciéntemente James Wan, pero aun así realizando un trabajo correcto. El resto ya sabéis todos lo que es: Acción, chicas en biquinis, reggaetón, coches y mucha testosterona. Quien lo compré la disfrutará, algo tiene, pero los que somos fans podremos quedarnos algo fríos, y es que la saga tendría que haberse quedado en la séptima. Y con ese adiós a Paul Walker.
Deja un comentario: