Planeta nos trae la serie de James Roberts que ha roto todos los esquemas de la franquicia robótica.
«Fui tu psiquiatra durante seis siglos…«
Voy a comenzar esta reseña con una confesión dura y, si me apuráis, sacrílega: Hasta la lectura de este cómic, no me llamaba para nada la literatura sobre los Transformers. Quiero decir, los tomos que ha sacado Planeta deAgostini sobre Transformers UK y Transformers USA están muy bien como piezas de coleccionista, pero pertenecen a otra época y a otra generación, a otra manera de entender los cómics y estaban enfocados a un público muy distinto al que ahora podemos ver en las librerías especializadas. Además, Michael Bay y su «explosiva» manera de entender a estos robots no ha contribuido para nada en avivar mi interés (de momento, a ver qué nos depara la cuarta entrega…)
Dicho esto, cuando en mis manos cae este primer número de More than Meets the Eye (o también MTMTE), entenderéis que mi postura ante él no es la más idónea. Es por ello que cuando, a las pocas páginas de este primer tomo, me veo enganchado sin remedio a los misterios que propone y me encuentro con que me estoy riendo de lo lindo con las situaciones que se le ocurren al bueno de James Roberts… Bueno, es entonces cuando me doy cuenta de que tengo entre manos una auténtica pasada de cómic, capaz de convencer al más escéptico lector de que merece apostar por estos «brillantes traseros metálicos«.
«No tengo no idea de si va a funcionar, pero en mi cabeza es una genialidad«
MTMTE parte de la recientemente publicada Transformers: Renacimiento para plantearnos una sociedad cybertroniana al borde del abismo tras la desaparición de sus dos grandes líderes enfrentados. Esta situación lleva a un grupo numeroso de Transformers a refugiarse en la búsqueda mitológica de unos supuestos Caballeros de Cybertron que, al parecer, podrían acudir al rescate del planeta moribundo que vio nacer a esta especie. Transformers, que siempre había sido una serie eminentemente bélica en su discurso y en su puesta en escena, da un paso adelante tras décadas de inmovilismo para mostrarnos la realidad de un grupo de seres que tratan de sobrellevar la vida lo mejor que pueden tras miles de años de guerra civil. En la Luz Perdida ya no existen los bandos de Autobots y Decepticons, pero los emblemas siguen a plena vista y las costumbres adquiridas a lo largo de los siglos son muy difíciles de abandonar de la noche a la mañana para estos entes capaces de vivir millones de años.
Ya no son sólo las viejas enemistades. Tenemos Autobots con serios problemas psicológicos derivados del campo de batalla con los cuales la convivencia se hace mucho más que difícil. Es el caso de Whirl, un antiguo miembro de las fuerzas especiales conocidas como los Wreckers cuya natural propensión hacia la locura llega a un nivel extremo (y ciertamente perturbador) ya en el primer capítulo de esta historia y nos promete momentos muy complicados en el futuro de la colección. Pero no está él sólo: Red Alert y su paranoia, Fortress Maximus y su amnesia post-traumática… El propio Ratchet (que también se ha embarcado en esta aventura) guarda sus propios y terribles secretos ante el resto de sus compañeros. Tenemos, pues, a un grupo heterogéneo tanto en sus afiliaciones como en sus pasado y en sus presentes motivaciones.
«Tú nunca fuiste muy buen Autobot«
Lo anteriormente descrito nos lleva a la comparación, que leeréis en cientos de sitios, de esta serie con la que catapultó definitivamente a JJ Abrams a la fama. Al igual que en Perdidos (Lost, 2004-2010), los personajes de MTMTE lidian con pasados difíciles que han de superar para poder poner en orden sus vidas y afrontar con esperanzas el futuro. Las tensiones internas, las decisiones polémicas de Rodimus Prime y las consecuentes disensiones de sus subalternos… dan forma a este primer tomo pero, al igual de como ocurría en la serie de televisión, la continua afluencia de misterios dentro y fuera de la nave será lo que le dé sal a la historia que nos cuenta James Roberts. Como muestra, la presencia de un asesino en serie dentro de la Luz Perdida ya nos prepara, desde el primer capítulo para el grado de intensidad de los acontecimientos que va a vivir esta tripulación.
Lo cierto es que More than Meets the Eye nos ofrece una de cal y una de arena en el sentido de que se pasa muy rápido de argumentos humorísticos que rayan lo infantil (Swerve, bajo estas líneas, es una fuente inagotable de jocosidad) a otros profundos y dramáticos o, por el contrario, a historias espeluznantes en las que el asesinato, la locura y la crueldad hacen acto de presencia. El espacio es muy grande y los Transformers han abandonado Cybertron en otras ocasiones, por lo que Rodimus y sus compañeros se van a encontrar a toda clase de personajes y situaciones a lo largo de su viaje interestelar.
«Derrocamos a nuestros opresores, hicimos pedazos un sistema que tan sólo servía a los que estaban en la cima…«
Los únicos aspectos negativos (por buscar algunos) de este primer tomo son la decisión de Planeta de separarlo del one-shot de La Muerte de Optimus Prime, al contrario que en la versión de IDW. MTMTE es un cómic pensado para enganchar a nuevos lectores (y vaya que si lo consigue) y hay que tener en cuenta que estos van a llegar con los nombres de Optimus Prime y Megatron grabados a fuego gracias (ay…) a Michael Bay. No parece de recibo sacar su gran historia final de este recopilatorio. Por otra parte, un problema recurrente en Transformers es que su densísima población impide al más común de los mortales memorizar la ingente cantidad de nombres y de pequeñas diferencias en la chapa de las decenas de robots que pueblan las páginas del cómic. Por suerte los importantes no son tantos… ¿O sí?
El dibujo, de Alex Milne (un incondicional de los Transformers y dibujante habitual para IDW) le hace un gran favor al cómic de Roberts, aunque quizá peca de una ligera falta de constancia, alternando escenas espectaculares con otras mucho más simples y aburridas. Las portadas americanas son verdaderas virguerías y es una verdadera pena que en España no tengamos una tradición comiquera tan asentada como la estadounidense o la británica, porque yo mismo habría comprado más de un número de esta colección sólo por los dibujazos que adornan su cubierta.
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