Ahora sí, en la segunda jornada comienza de verdad la Muestra. Los grandes estrenos de Hollywood se echan a un lado y llegan las verdaderas sorpresas de la mano de las películas que menos nos esperábamos. Llegan la mandanga vociferada y los silencios respetuosos cuando la cinta se gana el respeto de la grada. Llegan los aplausos indiscriminados y llega, como no podía ser de otra forma, Leticia Dolera para presentar -eso sí- tan sólo dos de las cinco películas (y un corto) que hemos visto en esta segunda jornada. Este viernes nos ha deparado una serie de ideas que giran en torno a un mantra central que debería hacernos reflexionar.
As Boas Maneiras (Marco Dutra y Juliana Rojas, 2017)
Sé tu propia jefa. Porque si no, corres el riesgo de trabajar para una patrona con un pasado de lo más turbio. Esto es lo que le pasa a Clara (Isabél Zuua), una enfermera de São Paulo que entra al servicio de una mujer rica y despreocupada (Marjorie Estiano) que va a ser madre en unos meses. El problema, al margen de un cierto trato inicial de ama-esclava que nos ha dejado un tanto patidifusos, es que esta hija de un rico terrateniente se acostó con quien no debía y lo que lleva en el vientre puede que tenga más sed de sangre de la que es aceptable en un ser humano sano.
Este proyecto brasileño nos llega con una colección importante de premios, pero ha generado reacciones encontradas. La película tiene dos partes tan claramente diferenciadas que casi parecen dos películas diferentes. Y esto se nota, entre otras cosas en lo larga que se nos ha hecho. Durando apenas dos horas y cuarto (ya dentro del estándar internacional) nos sorprendíamos al comprobar que la primera escena relevante (y felina) tiene lugar a la hora larga de filme. Demasiado metraje se va por el desagüe para una película, por lo demás, interesante y diferente. Que ve evolucionar a sus personajes y demuestra que los verdaderos monstruos no nacen, sino que se hacen a través de la mala educación.
A Day (Sun-ho Cho, 2017)
Sé tu propio jefe. Porque cualquier día, dentro de el ejercicio de tu profesión, puede que te veas obligado a tomar decisiones que afecten no sólo a tu vida, sino -en efecto mariposa- a las de otros muchos.
De Brasil viajamos a Corea para descubrir la que ha sido la primera sorpresa agradable de la Muestra Syfy de este año. Sin demasiado ruido nos ha llegado este sucedáneo del Día de la Marmota (o Atrapado en el Tiempo, no nos pongamos quisquillosos) que cuenta con una serie de giros en los momentos justos que hacen de ella un delicioso ejercicio de divertimento. El silencio de la sala ‘mandanguer’ debía ser prueba suficiente de lo mucho que ha gustado este filme. Inteligente, divertida en pequeños destellos y muy consciente del producto que está vendiendo, es una gozada descubrir, además, que va a llegar a nuestros cines. Desde aquí la recomendamos mucho.
Downrange (Ryûhei Kitamura, 2017)
Sé tu propio jefe. Porque si no estarás condenado a usar BlaBlaCar de por vida. Así viajan los jóvenes alocados que protagonizan Downrange del japonés Kitamura (director de películas como Azumi o El vagón de la muerte [con un todavía televisivo Bradley Cooper]). Y como suele pasar en este tipo de propuestas, sufren un inesperado percance que les deja atrapados en un escenario idóneo para que el psicópata de turno se dé un festín. Más cerca de dolores como Caza bajo el Sol que de la interesante nueva ola de slashers que renovaron el género hace no tantos años, Downrange es una película de gente estúpida tomando decisiones estúpidas. Por supuesto, todos se merecen morir.
El atrayente arrcande de la película pronto revela un guion de traca. Cosifica a las protagonistas femeninas (lo único que hacen es arruinar la diversión diciendo a todo que no) y se regodea en los clichés sobre afroamericanos y cuerpos de seguridad, víctimas que transmiten más lástima que empatía. Lo más interesante del filme de Kitamura es el uso de la cámara, proponiendo planos imposibles, muy originales, y un montaje muy frenético que aporta un enorme dinamismo a una premisa y una localización que ofrece pocos recursos por sí misma. Downrange es carne de Syfy.
Brawl in Cell Block 99 (S. Craig Zahler, 2017)
Sé tu propio jefe. Porque si no puedes pagar caras las decisiones de tus superiores. Vince Vaughn puede dar buena cuenta de ello, que en Brawl in Cell Block 99 de bueno es tonto. La crisis nos toca a todos y el personaje de Vaughn se ve obligado a trapichear para salir del pozo y reflotar su vida marital. Pero, ay amigos, desde pequeños nos han dicho que las drogas son malas, y Bradley Thomas (así se llama el dicharachero Vaughn en esta película) lo va a descubrir por las malas y acabará entre rejas.
Al igual que sucedía con Downrage, el filme de S. Craig Zahler (que ya nos presentó hace un par de años Bone Tomahawk), tiene un arranque de lo más poderoso, configurando un protagonista impertérrito, con unos principios bien afianzados, y capaz de llegar al límite con una contundecia extrema para proteger a los suyos. ¡Qué demonios! ¡Es un auténtico héroe americano que incluso se rapa como si fuera un Bruce Willis de la vida! Cuando toca, la película sabe cómo recrearse en la violencia para goce de los fans del género. Y hasta tenemos a Don Johnson poniendo cara de perro. Pero no compensa. Para nada. Zahler muestra un extraño fetichismo por lo paseos por pasillos oscuros. Brawl in Cell Block 99 tiene una duración de 132 minutos, un tercio de los cuales se pierden en ver a Vince Vaughn paseando… o conduciendo. Y no hay ninguna intención narrativa, esos momentos no aportan nada a la construcción del personaje, son simples transiciones de una escena a otra. Zahler parece querer ofrecernos una película a tiempo real. Y por no hablar de las mecánicas coreografías de las peleas… De haber sido la última película del día nos habríamos quedado dormidos en la sala.
Mayhem (Joe Lynch, 2017)
En fin. Sé tu propio jefe porque la vida encerrado en una oficina es una mierda. Porque cualquier día nos volvemos locos en medio de tanto papel y tanto trepa suelto. Porque las cortapisas que utilizamos para encajar en la sociedad empiezan a chirriar en el momento en que pasas casi doce horas al día con personas que te importan poco o nada. Porque si un día todo esto estalla más te vale haber puesto tierra de por medio… o ser el más fuerte de tu planta.
A la una de la mañana ha llegado la película más sorprendente y fresca del día. De forma totalmente inesperada, Mayhem nos ha conquistado a todos los que, como yo, pasamos todos los días un número indecente de horas frente a la pantalla (pantallas en mi caso) del ordenador de la oficina. Este sucio mundo de cargos intermedios que sacrifican peones por su propia supervivencia, de becarios dispuestos a todo para medrar, de empresarios que prácticamente nadan en la coca… estalla por los aires cuando un virus despoja a todos los empleados de un bufete de abogados de cualquier atadura moral. El resultado son 86 minutos de puro deleite que nos han arrancado carcajadas y que han puesto un broche de oro a un viernes mucho más potente de lo esperado.
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