Seis películas han caído hoy. Como seis soles. Tantas que a Daniel Lobato y el que firma esta introducción nos ha costado repartirnos las reseñas dado el intenso cacao mental que llevábamos a la salida de la última de ellas, a eso de las tres menos diez de la madrugada madrileña. Ha habido de todo: desde cine infantil al ya clásico slash de serie B de la Muestra pasando por auténticos bodrios y una cinta que ha iluminado nuestros corazones y que es el motivo de que este artículo lleve el artículo que lleva. Pero ya llegaremos a ello, de momento veamos cuáles son las películas con las que la 15 Muestra de Cine Fantástico nos ha deleitado hoy.
Peter Rabbit (Will Gluck, 2018)
Hemos comenzado el día con la sesión del sábado de Syfy Kids, que este año ha huido de las producciones pequeñas e interesantes (recordemos que los dos últimos años han caído cintas con nominación al Oscar de Animación) para ir de cabeza a por un blockbuster pensado para la temporada de Pascua estadounidense y que aquí disfrutaremos en Semana Santa. Al pensar en películas de este palo siempre me viene a la cabeza Hop!, la desastrosa cinta que distribuyó en 2011 la propia Universal. Sin embargo, en este caso Sony le presta a la Muestra una simpatiquísima adaptación de los libros de principios del siglo XX de Beatrix Potter que, sin salirse de los cánones del cine infantil, divierte por igual a pequeños y a mayores. Chistes de todo calibre y adaptados a varios niveles de comprensión sobre los que no se puede entender ofensa alguna, como ya se nos apuntaba desde Estados Unidos.
Have a Nice Day (Jian Liu, 2017)
ABOMINABLE.
A ver. Lo repetiré para los nuevos. Hay dos tipos de películas «malas». Las que saben que lo son y no aspiran a más, que las más de las veces nos permiten echarnos unas risas con los amigos una noche tonta. Y las que son malas, pero son tan pretenciosas que se creen mierda sin llegar a pedo. Have a Nice Day cae en este segundo saco y, de no ser por la entrega de la sala ‘mandanguer’ de la Muestra, habría sido un campo abinado para las huidas en masa del cine. Se pelearía con Un Pliegue en el Tiempo por ser la peor cinta de este año si no fuera porque en la de Disney, al menos, hay un esfuerzo en producción que a esta ni se le ve ni se le espera.
La cinta de Liu trata de acercarse (sin conseguirlo) a su admirado cine de Quentin Tarantino, pero termina convirtiéndose en una parodia de sí misma que nadie en la sala llegó a entender (o soportar) durante un mísero instante.
The Cured (David Freyne, 2017)
Que Muertos Vivientes ni qué gaitas. Desde hace unos años a esta parte las producciones más interesantes del subgénero de zombies o infectados no vienen de la industria norteamericana. Desde los Infectados de los hermanos Pastor o los Retornados de Manuel Carballo (por citar un par de ejemplos con sabor español), macarradas como La Horda o el revolucionario díptico 28 días / 28 semanas después, es en Europa donde el subgénero ha sabido arriesgar y ofrecer más vueltas de tuerca con las que mantener su vigencia, conservando, además, la lectura social y política con la que George A. Romero sentó las bases en La noche de los muertos vivientes.
La irlandesa The Cured, debut de David Freyne y con Ellen Page como cara más reconocible, apuesta por esta línea de actuación. Presenta una sociedad en la que el virus de turno ya ha causado todos los estragos posibles y las autoridades médicas correspondientes han encontrado una cura. Todo bien, ¿correcto? Ojalá fuera tan sencillo. Dicha cura acaba con la infección, pero deja una particular secuela en los pacientes: estos recuerdan las atrocidades cometidas mientras estuvieron infectados. Una terrible carga que se suma a las dificultades de reinsertarse en una sociedad que tampoco ha olvidado. Las fricciones entre «curados» y el resto de la población no se hacen esperar. Freyne nos ofrece, en clave infectados, un interesante relato acerca de la realidad irlandesa una vez el IRA depuso las armas. El final del conflicto no significaba que las heridas hubieran cicatricado. El dolor, la frustración y el miedo permanecen.
Salyut-7 (Klim Shipenko, 2017)
Aún nos estamos preguntando que hace la película de Klim Shipenko en la programación de este año. La única explicación que se nos ocurre es que a los organizadores les haya parecido ciencia ficción que los soviéticos sean los héroes de la función. Y es que Salyut-7 es una aventura dramática que recrea la misión de recuperación de la estación espacial Saliut-7, con la que habían perdido las comunicaciones. Así, la cinta, engrandeciendo las gestas aeroespaciales del pasado siglo, tiene más en común con propuestas como Figuras Ocultas o Apolo 13 que con una película de género.
Lo más interesante de la propuesta de Shipenko es comprobar como el patriotismo funciona de la misma manera vista la bandera que vista. Estamos más que acostumbrados a los títulos norteamericanos en los que se engrandece a las figuras más destacadas de su historia en cualquier campo. Y aquí nos encontramos lo mismo pero en clave rusa. Mismos esquemas y mismas intenciones. El film, a pesar de permitirse algunas licencias estéticas que no vienen a cuento y de un pequeño bajón de ritmo bien entrado el segundo acto, funciona bastante bien como propuesta comercial que es.
How to Talk to Girls at Parties (John Cameron Mitchell, 2017)
Fascinante y arrebatadora. Inconcebible. Hemos salido del cine sin palabras después de esta adaptación del relato corto de Neil Gaiman que él mismo ha producido. La obra de Cameron Mitchell es puro Gaiman, puro punk y puro Londres de los años 80. De principio a fin uno sólo puede sentarse y disfrutar del espectáculo que se desarrolla ante sus ojos y en el que Alex Sharp hace de un Neil jovencito (sólo que no se llama Neil) y Elle Fanning de un ser de luz que nos conquista con cada gesto, cada sonrisa y cada mirada. Un personaje puro que se maravilla por las pequeñas cosas de la vida y que nos hace reflexionar más allá de la locura de luz y color que director y productor montan.
Podría hablar durante horas de esta maravilla audiovisual, pero lo mejor es que la veáis y os dejéis llevar por el universo que Gaiman os plantea. Sus novelas y su vida están representadas en esta película de tal manera que ya casi no haría falta hacer un biopic con la vida del que es, sin lugar a dudas, el mayor genio vivo de la narrativa de fantasía. GRACIAS de corazón, Syfy, por programar esta maravilla de punk, amor y vida.
Cierto, se me olvidaba. Al filme lo precedió R.I.P., un corto brutal y descacharrante de Caye Casas y Albert Pintó con la participación de Josep Maria Riera e Itziar Castro, que apenas necesitan presentación en nuestro país (ésta última puede decir orgullosa que estuvo nominada al Goya a Mejor Actriz en la última gala de los Premios de la Academia). Poco os puedo contar del cortometraje sin desvelar nada. Sólo diré que, de nuevo, celebra la vida en un mundo volcado en la muerte y las convenciones sociales.
Victor Crowley (Adam Green, 2017)
Se ha hecho de rogar más de lo que nos habría gustado, pero al final ha llegado. El slasher más macarra y desenfadado ha cerrado esta jornada de sábado en la Muestra Syfy. Victor Crowley trae devuelta a la vida al protagonista de la saga Hatchet, la creación más famosa de Adam Green, que en esta cuarta entrega vuelve a las labores de dirección y recupera a Parry Shen para la ocasión, sobreviviente de la matanza del film original de 2006.
Serie B y un humor negro y muy macabro son las señas de identidad de un título que pueden disfrutar tanto los veteranos de la saga como los incautos espectadores que se acerquen a ella por primera vez. En este sentido Green ha tomado buena nota de franquicias clásicas del género como Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street, cuyas secuelas podían verse de forma independiente. La clave de la película radica sin duda en la autoconciencia que atesora. Sabe perfectamente en qué liga juega y explota todas sus posibilidades. Se ríe de sí misma siempre que puede y ofrece un verdadero festival de csaquería y desmembramientos. Ello sin renunciar a esos golpes de terror que arrancan más de una sonrisa nerviosa.
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