ECC Ediciones recopila en un pequeño volumen en cartoné tres pequeñas historias escritas por Neil Gaiman con las que deja su impronta en la larga trayectora de Alec Holland, La Cosa del Pantano. Historias del dios peludo (ilustrada por Mike Mignola), Hermanos (dibujada por Richard Pipers Rayner y Mike Hoffman) y Jack del verde (con arte de Stephen Bissette y John Totleben).

«Había un hombre que negociaba con recuerdos y sueños«

Se trata de relatos cortos poco conocidos (uno de ellos no fue concebido ni siquiera para la serie original, sino que se preparó para una antología dedicada al guionista), pero que encajan perfectamente en la visión que dio Alan Moore a La Cosa del Pantano y de quien el propio Gaiman se confiesa deudor y seguidor. El autor de Sandman adecúa su narrativa para que, sin renunciar a su propio sello, sus historias conversen con naturalidad con las desarrolladas por Moore en su mítica etapa.

Esto se nota especialmente en Jack del verde, el relato que abre el tomo y cuyo equipo, al margen de Gaiman, es el mismo que colaboró con Moore en su momento. Un guiño solicitado por el escritor para homenajear a quien fuera una de sus mayores influencias cuando apenas empezaba a andar su propio camino en el extinto sello Vertigo de DC Comics. Pero olvidad a Alec Holland, porque ni en esta ni en las dos siguientes aventuras, La Cosa del Pantano (la encarnada por Holland) es la protagonista. En esta concretamente conocemos a una encarnación muy anterior, siglos atrás, que asiste a un hombre moribundo enfermo de peste.

Hermanos, la historia de mayor extensión de este escueto volumen (solo 72 páginas), tampoco cuenta con Holland, pero sí con algunos miembros de su nómina de secundarios, empezando por Abby, su gran amor. Tomando a un personaje casi anecdótico como Hombre Poder (apenas una decena de apariciones y menciones es toda su trayectoria), la aventura (que históricamente ha quedado ya algo anticuada) sirve para recordar que Swampy forma parte del universo DC.

Y cierra el tomo Historias del dios peludo, relato protagonizado por un muy teatral Hombre Florónico es una chispa de lo que pudo ser y no fue, pero, como reconoce el autor, lo que pudo ser forma parte de la biblioteca de Lucien. Uno de los atractivos de este tomo respecto a la figura de Gaiman es que las diferentes historias vienen precedidas de su correspondiente prólogo, a manos del propio Gaiman, que dan contexto a las mismas y explican cuáles fueron sus intenciones.