ECC Ediciones nos ofrece un interesante recopilatorio que rescata algunas historias cortas protagonizadas por Alec Holland -mejor conocido como La Cosa del Pantano- publicadas originalmente en diversos especiales, que por unos u otros motivos no encontraron su hueco en nuestro mercado, y que vienen a recordarnos que Swampy es un personaje al que temer.

«La nada se acerca. Y no se puede quemar la nada»

Cuentos de la ciénaga consta de trece relatos escritos y dibujados por nombres de primera fila tales como Brian Azzarello, Tim Seeley, Joëlle Jones, Vita Ayala o James Tynion IV que abordan diferentes perfiles como el terror o el género de superhéroes. Aún sin ser un personaje de gran calado entre el fandom y costándole conseguir y mantener series propias (la última finalizó en 2015), en DC Comics tienen mucha estima a La Cosa del Pantano, acordándose de él cada vez que publican algún especial (es asiduo a los temáticos de Halloween), así como en eventos o series ambientadas en mundos alternativos (no faltó a su cita, por ejemplo, de DCsos), sin olvidar sus apariciones como secundario de lujo en la continuidad oficial (actualmente es miembro de la Liga de la Justicia Oscura). Es decir, Alec Holland parece no tener el gancho para ser la estrella principal de una colección; pero la editorial lo mima, contando con él cada vez que la situación lo permite y poniéndole en manos de sus mejores historietistas.

El tomo puede dividirse en dos partes. Una primera (que abarcaría las seis primeras historias) comandada por Tim Seeley que lleva a La Cosa del Pantano y a la bruja Briar Woodrue a enfrentarse al Yermo, un avatar de la nada. Y una segunda que podríamos denominar como «relatos del verde»; pequeñas aventuras que exploran el imaginario y mitología del Parlamento de árbloes, trasladándonos a rincones tan dispares como la Britania que se defendía de los romanos o a los primeros años del descubrimiento de América por parte de los españoles, sin olvidar el pantano de nuestro estimado Swampy.

La parte de Seeley, más cercana al esquema superheroico, quizás resulta algo inconsistente. Los primeros capítulos parecen jugar al despiste, muestran un hilo conductor muy débil, apostando por un carácter episódico que distrae del foco, puesto que impide que el lector reconozca los detalles a tener en cuenta y, cuando llega el momento de poner todas las cartas sobre la mesa, este se ve en la obligación de retroceder en la lectura. La idea de despiezar la narración y construir la historia en base a la acumulación de pequeños capítulos es interesante, pero la ejecución no resulta óptima. A pesar de ello (y de una cacareada grandilocuencia que no le pega), la aventura deja con un buen sabor de boca. Seeley hace los deberes en cuanto a tono e historia del personaje y propone una historia de regusto amargo para el personaje, gran conocedor de los sacrificios que requiere la misión heroica.

La segunda no lleva ningún hilo conductor principal. Se trata de cuentos independientes que bien podrían formar parte de cualquier recopilación sobre el personaje, sobre la vertiente mágica deceíta o una centrada en explorar el género del terror. Una variedad temática y estilística que le da un interesante plus al conjunto de la obra y que sirve para recuperar sensaciones respecto a La Cosa del Pantano. Quizás alguno de estos relatos sea la semilla para una futura cabecera en solitario del protector del verde.