«¿Es eso tan horrendo como parece?«
Quienes llevéis ya una temporada leyendo mis artículos para esta revista sabréis que le tengo un cariño especial a Tim Seeley. Y sabréis (y, si no, os lo cuento ahora) que éste viene del descubrimiento que fue para mí Revival, una serie que publicara en su momento Aleta y que ha tenido una periodicidad desesperante para los lectores por muy diversos motivos (siendo el principal de ellos que la propia editorial llegara en su momento a desaparecer). En dicha serie Seeley nos llevaba a la América rural, la de los viejos racistas y los jóvenes que buscan huir como sea hacia la gran ciudad y, en lugar de levantar a los muertos de sus tumbas, les prohibía morir. Y a la gente se le comenzaba a ir poco a poco la olla. Y la historia no podía molar más. Una precisa y gloriosa radiografía de la Norteamérica profunda mezclada con una historia sobrenatural, algo de terror y un misterio por resolver.
Volví a ver a Seeley más adelante mezclándose con las capas y las mallas ajustadas de los héroes de DC pero, aunque nos dejó algunas buenas historias, no terminé de verle a gusto con lo que contaba y al final sus aportaciones cada vez fueron durando menos y fueron siendo más y más anecdóticas. Ahora, a través de AfterShock (y de Planeta en España), nos trae una miniserie en dos volúmenes que le permite regresar a lo que más le gusta: los monstruos de la noche y los rednecks americanos. Dark Red es una historia de vampiros en la Norteamérica rural, lo que quiere decir traducido al idioma Seeley que es una fotografía muy interesante de la podredumbre y el pesimismo que impera en ciertas partes de los Estados Unidos de América.
«Odio a los jodidos nazis«
Seeley plasma en Dark Red el sentir de unos estadounidenses que se sienten abandonados por sus paisanos de ambas costas, que se aferran a sus costumbres al sentir que el mundo moderno y globalizado pretende arrebatárselas y que recelan del distinto y del extranjero, porque representa todos y cada uno de sus miedos. Justo a esta masa inmensa de posibles votantes es a la que se dirigió allá por 2016 Donald Trump y fue esta enorme cantidad de ciudadanos descontentos y cansados la que le aupó al poder. En parte por la esperanza de que les devolviera el honor que sentían que les había sido arrebatado y en parte como castigo al establishment, la casta, los políticos de toda la vida que provenían de las grandes ciudades y habían estudiado en las mejores escuelas (Trump también provenía del mismo lugar, pero el que primero se chiva parece que queda exculpado).
El autor sustituye a Trump por un movimiento (una secta podría decirse) de vampiros que pretenden reivindicar una posición de poder para los de su especie y que quieren, ya de paso, quitarse de en medio a todo vampiro que no sea blanco y puro.
Sí, son vampiros nazis.
Concretamente, son vampiros nazis en un pueblo perdido de la mano de Dios. Contra un vampiro al que su mensaje de honor y de gloria casi convence en primera instancia, pero que rápidamente descubre la oscura verdad tras las promesas: como todos los que esgrimen este mensaje, los villanos de este cómic sólo pretenden perpetuar sus propios privilegios a costa de enardecer a unas masas que jamás disfrutarán de los mismos. Ya sólo por esta reflexión y este mensaje Dark Red merece una lectura. O al menos lo hace su primer tomo (que funciona de maravilla como historia autoconclusiva). Ya veremos cómo se cierra la historia cuando Planeta decida sacar la segunda parte.
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