«Desde el Neolítico hasta el Despertar, las muertes de animales han superado con creces las de los humanos«
Denso y potente quinto número de la colección de Marguerite Bennett y Rafael de Latorre para Aftershock que publica actualmente Planeta Cómic en España. Si el anterior volumen terminaba con una revolución en toda regla que terminaba con la Ciudad Amurallada en ruinas, con su dirigente muerta y con Jesse abriendo los ojos antes de tiempo al lado menos amable de la realidad que la rodea, esta entrega baja ligeramente el ritmo para poder masticar y digerir todo lo que hemos vivido hasta el momento y ver en qué clase de adolescente evoluciona la protagonista a raíz de todo esto.
Así, retomamos la historia donde la dejáramos hace unos meses (el éxito del cómic ha hecho que la editorial española acelere ligeramente su periodicidad… dentro de su habitual caos) y nos encontramos con una caravana formada por los animales supervivientes, las mujeres liberadas (de su papel como fábricas de bebés) y los militares que renunciaron a la defensa de la ciudad cuando los sombríos planes de su gobernante quedaron expuestos. Al frente espiritual de ella nos encontramos con Jesse y Sandor, que siguen empeñados en buscar al hermano de la niña (a Adam North le podéis conocer en el magnífico spin-off que lleva el nombre de Animosity Evolution) pero que no desean liderar nada. Y a esta caravana se acerca un gallo para pedir ayuda a la niña cuya fama la precede allá a donde quiera ir a partir de ahora.
«Cuando crezcas no elijas la venganza«
Animosity #5: Gótico Sureño se divide en dos partes. Una primera que se podría decir que habla sobre la iluminación y una segunda que se refiere al crecimiento. En la primera se nos plantean dos preguntas esenciales que llevan mucho tiempo rondando en la recámara de este cómic. ¿Cómo comenzaron a pensar y sentir los animales? y, más allá de ello, ¿por qué comenzaron a hacerlo? Bennett se lleva a Jesse y Sandor a un viaje astral en pos de una suerte de iluminación que los guíe hacia la respuesta final a estas preguntas. Ésta, que no es satisfactoria (por supuesto, si no se acabaría gran parte del leitmotiv de este cómic), sirve sin embargo para que ambos tomen consciencia de su papel en este mundo, les aporta paz en algunos aspectos, pero les siembra de centenares de nuevas preguntas y, en último término, conduce a la segunda parte de este tomo.
La segunda aventura de este número (que arranca aquí, pero no terminará hasta más adelante) comienza con el decimotercer cumpleaños de Jesse, una ocasión especial que sus más íntimos amigos deciden celebrar con el cariño y la torpeza que les caracteriza. Son seres que, por ser animales pero no simplemente por ello, han sufrido mucho, pero luchan por preservar los resquicios de inocencia y pureza que aún anidan en el corazón de la protagonista de esta historia. Este crecimiento físico (aderezado con el relato del pasado de Potter) se ve acompañado de uno emocional con el final de este cómic: Jesse se ha visto obligada a crecer más allá de lo que habría hecho cualquier otra cría a su edad y comienza a tomar sus propias decisiones más allá de lo que sus protectores amigos deseen. Es un signo de la rebeldía propia de la adolescencia, pero también es un aperitivo de lo que nos espera a partir de ahora. Jesse y Sandor vuelven a estar separados, pero esta separación ya no tiene nada que ver con aquella que propiciara Kyle hace un par de entregas y tiene toda la pinta de ir a desembocar en el paso acelerado de la amable niña de los primeros números en la adulta que llegamos a vislumbrar en las alucinaciones que dibuja Rafael de Latorre en este volumen.
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