«Cada día ayudo a una tirana a gobernar una ciudad llena de animales hambrientos«
Cuando escribo estas líneas acaban de saltar por los aires los gobiernos conservadores de Murcia y la Comunidad de Madrid. Se ve que los políticos se aburren ahora que la incidencia de la covid-19 ha descendido y buscan formas de alegrarnos la vida. Qué majos ellos… Tonterías aparte, no puedo evitar trazar algunos paralelismos entre este ‘terremoto político’ (como se han apresurado a tildarlo los panfletos antes conocidos como periódicos) y lo que he leído en este tomo de Animosity Evolution. Tanto en nuestra realidad como en la ficción de Marguerite Bennett tenemos a una población pasándolo verdaderamente mal (quizás peor en el mundo de esta serie de Aftershock dado que ni la comida ni el agua están aseguradas) y a una clase dirigente que, además de tener que lidiar con los problemas derivados de la situación crítica a la que se enfrenta, haría bien en mantener siempre un ojo abierto hacia su espalda, puesto que las traiciones y las búsquedas de poder están a la orden del día… incluso cuando lo más interesante para todos sería remar en una dirección común.
Terminamos el primer tomo del spin-off de Animosity que publica Planeta con un terrible golpe que dejaba al gobierno de Wintermute en cuadro justo cuando los problemas de abastecimiento de comida y los enemigos de ‘La Ciudad Junto al Mar’ (San Francisco, rebautizada tras el Despertar) creaban la tormenta perfecta en torno a la implacable dirigente y sus aliados. Este segundo (¡y último!) cómic retoma la trama donde el otro la dejó, con una ciudad al borde de una guerra civil en la que cada animal es un bando en sí mismo, una triste fábula sobre la época de individualismo en la que vivimos y los problemas que ésta lleva aparejados.
«¡Los ciudadanos han mutilado y destronado a su tirana!«
Conforme los problemas vayan explotando en la cara de los protagonistas, comenzamos a ver planes dentro de otros planes que precipitan la historia de Animosity Evolution hacia su final y que dejan que éste sea lo suficientemente abierto como para que esta miniserie cumpla con su función. Porque Animosity Evolution nace con un objetivo claro, que es el de darnos a conocer a los lectores al escenario de los capítulos finales de la serie principal. Jesse viaja en dirección a San Francisco y ahora por fin sabemos en qué situación se va a encontrar no sólo a la ciudad, sino también al hermano desaparecido al que fue a buscar. Tremendo esfuerzo editorial para que comprendamos los entresijos y los mecanismos que moverán a los últimos giros argumentales de esta colección.
Y, sin embargo, Animosity Evolution ha sido tan fabulosa que se puede leer de forma autónoma sin que su calidad se vea afectada. La historia de Wintermute, Adam North y los Animata ha resultado apasionante y su resolución tiene toques de drama, de tragedia, de sacrificio y de épica que la elevan más allá del concepto clásico de spin-off. Animosity Evolution ayuda a conocer mejor el universo de Animosity, sí, pero también resulta un estudio magnífico acerca de la política, las intrigas y los intereses del individuo por encima de los del colectivo. Su final no es sino un continuará y de veras espero poder leer la continuación de todo lo que aquí se ha expuesto en la otra gran colección de Bennett.
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