Pequeño paso atrás en la etapa de Seanan McGuire al frente de las aventuras de Gwen Stacy (alias Ghost-Spider) en la colección publicada por Panini Cómics en formato rústica. La guionista parece haber descartado la gran mayoría de las ideas propuestas en el tomo anterior y cae en el vicio cómodo de hacer un refrito de situaciones y personajes del entorno de Spiderman.
«¡Parece que todo funciona!«
La renovada dinámica con Harry, la problemática de no tener una identidad secreta, sus escarceos como heroína de alquiler… los frentes que parecían abrirse en El año imposible han quedado aparcados, cuando no definitivamente olvidados a favor de una cierta rutina vestida de estabilidad. Con ayuda de Peter, Gwen empieza a disfrutar de la vida de estudiante en la universidad en la que trabaja este, compaginando así sus estudios en Tierra-616 con su vida familiar y heroica en Tierra-65. El resto del tiempo lo pasa interactuando con su padre y su grupo, o patrullando como Ghost-Spider.
Aquí, con la excusa de que en Tierra-65 hay poca actividad superhumana, McGuire rescata al Chacal, que llevaba tiempo en el banquillo arácnido, y lo pone al acecho de nuestra heroína. Es cierto que la autora evita la tentación de jugar con los clones -de momento-, pero también lo es que la obsesiva dinámica del villano con Gwen está bastante manida. Y la deriva de la relación entre ambos no parece que vaya a distanciarse mucho de los caminos ya transitados por la protagonista y su perfil callejero. Y aunque la trama resulta amena, la reiteración y reciclaje de tropos resulta molesta. Más aún cuando pasan desapercibidos potenciales argumentos que llevarían la serie a territorios interesantísimos, destacando por ejemplo el de las injerencias políticas -personificadas en la alcaldía de Nueva York- en el trabajo de Gwen y la policía.
El sometimiento del personaje a los estándares del cómic de superhéroes más comercial sigue su inevitable curso y la colección va perdiendo poco a poco el gancho que la caracterizaba; la tragedia y la oscuridad no casan con una serie que quiere expandir su público. Spider-Gwen es uno de los principales activos de la compañía para las nuevas generaciones y no quieren correr riesgos, aunque ello suponga la pérdida de identidad de la colección. Con todo, sigue siendo una de las apuestas más disfrutables del entorno arácnido.
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