«No tengo nada por lo que lamentarme«
Decía en mi reseña de Undead Unluck #16 que, tras el reinicio del bucle que vimos, el manga de Yoshifumi Tozuka que actualmente publica Panini en nuestro país se iba a convertir en algo mucho más luminoso y optimista y así está siendo. Con el rescate en el tomo anterior de Gena, un personaje al que no les quedó otra que asesinar en los primeros compases del manga a nuestros protagonistas, el tono y el objetivo de este manga cambiaban diametralmente. En esta nueva entrega asistimos a la operación montada en torno a la recuperación de Void (otro que apenas sí pudo lucirse ante Andy y Fûko cuando este shonen no llevaba ni diez capítulos) y, aquí ya entramos en palabras mayores, el trío formado por Teller (en negacionista incapaz de comunicarse), Creed (el ‘villano’ con munición ilimitada) y Billy, quien asumiera el papel de antagonista de Union durante gran parte del anterior bucle para tratar de atraer sobre sí todo el sufrimiento que quería ahorrarle a sus amigos.
El breve arco de Void, aparte de disfrazar a nuestros personajes de boxeadores, sirve para que tomemos consciencia del gran cambio que ha operado en Fûko todo lo vivido antes del reinicio y durante los últimos doscientos años, duraste los cuales se ha dedicado a entrenar y prepararse para el fin del ciclo de reencarnaciones al que se ha visto sometida desde hace eones la humanidad. Así, nos encontramos con un personaje que ya poco tiene que ver con la apocada joven que buscaba acabar con su propia vida al principio de la historia. Fûko se ha convertido a través de su propio esfuerzo en la líder que necesitaba Union y en una guerrera capaz de sorprender a aliados y enemigos con estrategias que nunca se habría atrevido a desarrollar en el pasado.
«Tú no eres ningún personaje secundario«
Así mismo, Tozuka se permite ahondar mucho más en el carácter de personajes que quedaron muy desdibujados en la ‘primera vuelta’ y que ahora van a recibir una dosis extra de protagonismo. Es el caso del chico invisible que Under reclutara a las malas en el anterior bucle. Aquí de verdad entramos en contacto con Sean Datz, un aspirante a actor forzado a entrar en el mundo criminal por su habilidad única para desaparecer cada vez que cierra los ojos. En el anterior bucle tuvo sus momentos, pero es ahora cuando se va a ver forzado a poner sus habilidades al límite y evolucionar más allá de lo que su entorno o él mismo jamás hubieran llegado a plantearse. Su habilidad, perfecta antes para la infiltración va a cambiar conforme él mismo vaya conociéndose mejor y aprenda a confiar en el equipo que se está formando alrededor de Fûko.
Con este cambio de tono, Undead Unluck parece cambiar también de público objetivo, pero (al menos para un servidor) nada más lejos de la realidad: el manga que tenemos entre manos evoluciona para convertirse en algo más complejo y rico en detalles. En una historia que no deja atrás a ningún personaje, sino que nos permite ir conociéndolos a todos y asomándonos a sus peculiaridades y a las historias que les mueven.
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