XI Muestra Syfy. Día 2: Adictos a la carne

Snowpiercer
La Muestra se centra en su segundo día en un festival de desmembramientos para los paladares más exquisitos.

Cuando se sentaron a preparar el programa los organizadores de la Muestra Syfy tenían un mal día. Si no, no se explica como Maniac (Franck Khalfoun, 2012) quedó relegada a la sesión del viernes a las 15:45h. El remake del film de William Lustig (1980) con un inspirado Joe Spinell es lo suficientemente atractiva como para haber sido uno de los platos fuertes de este año. Quizá la explicación esté en lo inusual de su narrativa (uno de sus mayores aciertos). Siguiendo la misma premisa que su original, la película nos presenta aFrank (Elijah Wood), un maníaco (nunca mejor dicho) que se dedica a matar mujeres y arrancarles la cabellera (algo pero que muy oportuno en el día internacional de la mujer) como una forma de exteriorizar una malsana obsesión con la figura materna. Pero todo está narrado a través del punto de vista de Frank, literalmente. La cámara son sus ojos y solo le vemos cuando se mira en un espejo o a través de algún reflejo. El punto de vista solo se vuelve externo en contadas ocasiones, o bien para mostrarnos «el mundo feliz» que se imagina este demente dentro de su cabeza o, una única vez, para alejarnos de él y ver las atrocidades que comete, evitando que el público llegue a plantearse cualquier justificación a sus actos. Una estupenda película, de difícil distribución más allá del mercado doméstico en la que además nos encontramos con la joven parisina Nora Arnezeder, a la que recordamos de cintas como la interesante Lo que el día debe a la noche (Alexandre Arcady, 2012) o la fallida El ladrón de palabras (Brian Klugman y Lee Sternthal, 2012).

Elijah Wood en Maniac

Y emulando lo que vendría a ser una montaña rusa, después de una pronunciada subida siempre llega una larga (y a veces terrible, como es el caso) caída. Durante muchos años hemos estao al tanto de las noticias y rumores acerca de la adaptación al cine del espectacular Bioshock, salido en 2007. Que si Gore Verbinki, que si Juan Carlos Fresnadillo, que si se pare la producción… Y viene el holandés Richard Raaphorst y se monta un Frankenstein’s Army (2013) con una premisa más que decente (y plagada de elemenos que evocan al citado videojuego) pero con un desarrollo que enfanga cualquier buena intención que tuviera. Unos camaradas rusos recorren los montes en busca de gente a la que ayudar para grabarlo y hacer proganada del gobierno stalinista. Una misteriosa llamada de auxilio los aleja de su rumbo y los lleva a un pueblecito presuntamente abandonado donde pronto empieza la masacre. Rodada como una found footage, la locura y el sinsentido pronto se hacen con el control (o descontrol) de la situación. Como bizarrada o para una sesión de cine de barro, puede estar bien, pero los alicientes para verla seriamente, escasean.

Frankenstein's Army

A los rompecabezas humanos entre nazis y comunistas les siguió este viernes 7 de marzo el corto Droga Perfecta (Perfect Drug), del desconocido Toon Aerts. El mejor resumen de este absurdo y delirante cortometraje fue, quizás, el grito aislado de uno de los asistentes mentando al durmiente Antonio Resines. Maravilloso en sus salidas el público de la Muestra.

Perfect Drug sirvió de introducción y de vaselina para el larguísimo ensayo sobre el canbalismo con el que Jim Mickle vuelve al festival tras su correcta Stake Land (2010). We Are What We Are partía como una de las cabezas de cartel, pero su relevancia se va diluyendo conforme su trama (previsible hasta la arcada en algunos momentos) avanza. El concepto de base -una larga tradición familiar de caníbales rituales- es interesante y nos lleva a la reflexión acerca de las costumbres, su significado y su caducidad al desaparecer la razón que las instituye. No son malas las actuaciones de Bill Sage (American Psycho) y de la pareja de «hermanas» Julia Garner (Las Ventajas de ser un Marginado) y Ambyr Childers (2 Guns) , sí que lo es un poco más la del resto del plantel, pero al filme le sobra una buena hora de metraje una vez eliminado el factor sorpresa.

We Are What We Are

Como entrante antes del plato fuerte del festival. Syfy y Canal + nos presentaron Insectopía (Flytopia), de Karni Arieli y Saul Freed. El corto, de 20 minutos largos, no es apto para los entomófobos y comienza lento, pegajoso y pesado para alzar el vuelo en algunas secuencias tan bizarras como geniales y morir espachurrado en un final previsible y anecdótico.

Snowpiercer (Rompenieves), por el contrario, no baja el ritmo en casi ningún momento. La quinta película de Joon-ho Bong (y la primera con ambiciones internacionales tras The Host) no defraudó al público de los Cines Callao, que asistió a una lucha de clases violenta y atípica en un mundo post-apocalíptico llevado al extremo. No estamos hablando de la película perfecta, tiene clamorosos fallos de racord y el metraje (como en el anterior filme) se alarga quizás más de lo necesario, pero cuesta aburrirse con ella y tiene de todo: ternura, violencia extrema, humor absurdo, crítica social… Se trata de una de esas «pelis que hay que ver» en la que la presencia de Chris Evans es algo más que un reclamo publicitario (aunque poco), Tilda Swinton sigue mostrando sus dotes camaleónicas (más allá de ese parecido lejano con Özil) y todos nos congratulamos por el regreso de Kang-ho Song a las órdenes del director de The Host.

Snowpiercer

La jornada del viernes acabó con la proyección de la comedia gore neozelandesa Fresh Meat. Un final muy propio para un día marcado por el canibalismo (existe o se muestra en todas las películas menos en una, tratad de adivinar cuál). Normal que la señorita Dolera repartiera Huesitos entre los asistentes: tanta carne daba hambre.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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