Daveed Diggs y Sheila Vand

Snowpiercer: Primeras impresiones

Producida originalmente para la cadena TNT, llega a Netflix la versión televisiva de Snowpiercer (Rompenieves); una serie que reformula lo visto en la película homónima de Bong Joon-Ho de 2013 y en el cómic Le Transperceneig, creado en 1982 por Jacques Lob y Jean-Marc Rochette. Cada visión de la historia aporta su perspectiva y ayuda a conformar un escenario más complejo y grande en torno a esta sociedad distópica que tanto se parece a la nuestra. En este sentido, quien vaya buscando una adaptación de tal o cual soporte, que se olvide, el gran valor de Snowpiercer es el de querer buscar su identidad con la que complementar el relato en su conjunto.

 

Jennifer Conelly, Mike O'Malley y Daveed Diggs

 

Ahora bien, mientras que el tebeo se ha convertido en una obra de culto entre los aficionados al cómic francobelga y la película dio una popularidad internacional al director que hasta entonces desconocía, además de ser ambas reconocidos relatos dentro de la ciencia ficción; la serie protagonizada por Jennifer Conelly (estupenda en un ambiguo rol que no termina de explotar) y Daveed Diggs no ha arrancado de la mejor manera posible. A los problemas de la producción surgidos desde el primer momento (saldándose con la salida de reputados nombres como el de Scott Derrickson), hay que sumarle una muy mala elección de foco para vehicular el argumento, que condena a este a transitar por excesivos lugares comunes y no aprovechar la enorme carga política y social que posee de base.

 

Daveed Diggs y Sheila Vand

 

El showrunner Graeme Manson y su equipo han optado por una ficción que (al menos en sus cinco primeros capítulos, lo que hemos tenido la oportunidad de ver) se mete de lleno en los esquemas del thriller policiaco: ha habido un asesinato y un detective un tanto estrafalario (a ojos de quienes le acompañan) tiene que resolver el caso. Si cambiamos La Tierra helada y un tren que no puede parar por una comunidad de vecinos de Malasaña o un pueblo del medio oeste norteamericano, el relato que nos presentan no cambiaría un ápice. Hay algunas buenas ideas de fondo, así como un buen número de imágenes que no rehuyen la crueldad del hostil escenario en el que viven los protagonistas, pero la anodina trama principal adormece por completo el interés en una serie más propia de la generación pasada en las que abundan los capítulos de relleno, que de una de las cuidadas producciones a las que nos están malacostumbrando plataformas como HBO o la misma Netflix en los últimos años, donde importa tanto la forma, como el fondo. La elección del policial como vehículo para conocer las vivencias del Rompenieves es, en resumidas cuentas, la elección fácil, que da manga ancha a sus creadores para alargar la serie cuanto sea necesario, siempre que esta sea rentable.

 

Es cierto que el desenlace del quinto capítulo puede propiciar un cambio de rumbo, pero teniendo en cuenta que la primera temporada son diez capítulos, tenemos que esperar hasta el ecuador de la misma para visulmbrar algo que se salga de la norma y que permita evocar realmente a los precedentes de la ficción. Por lo ofrecido en estos primeros capítulos, series como Snowpiercer abundan por todas partes. Salvo que se sea muy fan del imaginario del tren de los 1.001 vagones, ofrece pocos alicientes para no ser olvidada después de su visionado.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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