Superada la partida de Jason Latour y Robbi Rodriguez como arquitectos de las aventuras de La Tierra-65, el hogar de la Gwen Stacy más arácnida, que estuvieron en ella desde su nacimiento, y sorteado el segundo envite de los Herederos en Spidergedón, Seanan McGuire se asienta definitivamente como guionista de Spider-Gwen (o Spiderwoman o Ghost Spider, dependiendo del día) llevándola por nuevos territorios y «peterparkerizándola» en un momento de su vida lleno de cambios e incertidumbres vitales.
«La forma en que la spidergente seguís aumentando es muy grosera. Deberíais llevar un censo«
Con la llegada del personaje a los cines y la televisión, así como a las estanterías de un montón de gente en forma de muñecos y peluches, era cuestión de tiempo que la versión comiquera de Spider-Gwen viviera también algún tipo de transformación (sobre todo a nivel visual) que la acercara a los estándares del cómic Marvel más mainstream. Terminada la etapa anterior y después de una aventura de transición (la citada Spidergedón), tocaba el turno de ver a la una renovada Gwen Stacy columpiarse con libertad por los tejados de Nueva York con total libertad. McGuire ha cumplido su misión con éxito agitando el entorno en el que desenvuelve la justiciera para empujar a esta hacia nuevas direcciones. Normalizada la situación con sus amigas del grupo musical y con su padre, a nivel personal tiene ante sí la perspectiva de ver en Harry Osborn algo más que un amigo y dispone de una «llave» con la que viajar entre universos para compartir ratos con la tropa de spiderpersonas de La Tierra-616 (la de Peter, Miles, Jessica, Kaine…).
Mientras, a nivel profesional, ha de enfrentarse a la difícil realidad de ser una heroína «pública» (su identidad secreta voló por los aires gracias a los problemas en los que la metió Jason Latour), con lo que estudiar en la universidad o buscar un trabajo a tiempo parcial y pasar desapercibida son opciones delicadas. Así, quizás una especie de conversión a lo «héroes de alquiler» que fundara Luke Cage en los ya lejanos años 70 se presenta como una atractiva opción. Las posibilidades, como véis, son enormes para Spider-Gwen. Y lo serían mucho más si no aparecieran nuevos viejos enemigos para hacerle las cosas imposibles.
Esta primera etapa de Seanan McGuire ahonda en todas estas cuestiones, además de explorar la naturaleza simbionte de los poderes de Stacy, el que fuera uno de los últimos grandes giros de la etapa precedente. La inercia positiva le ha venido muy bien a la guionista, quien tras esta aventura se enfrentará a una nueva remodelación de la colección (con otro cambio de nombre) y será cuando tenga que dar el do de pecho y aportar ideas propias y convincentes que eviten que Spider-Gwen acabe en la nevera de proyectos por tiempo indeterminado. De momento, este recomienzo cumple y presenta un enorme (y estimulante) margen de mejora.
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