El tiempo no parece pasar para Tom Cruise, que sigue en plena forma después de casi 40 años acaparando titulares y créditos de protagonista en la meca del cine. Personificación de lo que es Hollywood (para lo bueno y para lo malo), el actor y productor brinda un sentido tributo a Tony Scott y a toda una generación de espectadores con Top Gun: Maverick, para la que cuenta con dos socios habituales: el esteta Joseph Kosinski en la dirección (ya coincidieron en Oblivion) y Christopher McQuarrie (con quien ha llevado la saga Misión:Imposible a sus mayores cotas de emoción y espectacularidad) en el equipo de guion.
Esas son las dos claves que mueven a la secuela de Top Gun: la estética y la tensión dramática. Concebida como evento cinematográfico, Top Gun: Maverick es una experiencia que merece ser vivida en pantalla grande. Es imposible no sorprenderse en mitad de una de sus secuencias de acción agarrándose a la butaca. La inmersión en la cabina de los cazas es total. Claro, con un director como Kosinski que no sabe rodar un plano malo, todo es más fácil. Y a pesar del extremo cuidado del realizador con sus encuadres (o a causa de ello), resulta igualmente inevitable pensar una y otra vez en Tony Scott, director de la cinta original y que está en el recuerdo de esta.
Ese es quizás el punto que puede jugar en contra de la accesibilidad de la película, deudora hasta el extremo de su original. Top Gun: Maverick es y se sabe secuela, no busca giros de tuerca para presentarse novedosa hacia una nueva audiencia. La película pone a Maverick (Tom Cruise) frente a sí mismo. Convertido en instructor revive, desde el otro lado, sus días de juventud. En este sentido, el filme apela directamente a quienes conocen la historia de los personajes. Eso no quita que quien llegue de nuevas no pueda entrar en la historia. Ni mucho menos. El conflicto generacional, la camadería del equipo, el choque con los superiores, la historia de amor… los conceptos sobre los que gira la historia son tremendamente asequibles, resulta muy sencillo empatizar con ellos; mitigando en gran medida la posible falta de background inicial.
¿Que el guion es demasiado básico? Sí ¿Que tira mucho de nostalgia? También ¿Que parece hecha para el lucimiento de Tom Cruise? Evidentemente. Todo eso lo sabemos antes de ver la película. Top Gun: Maverick no pretende ser otra cosa que lo que es. Es un divertimento que busca emocionarnos a través de la adrenalina de su acción aérea y su punto de melodrama. Y lo hace a la perfección.
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