Alice Rohrwacher ha criticado al sistema actual, a su país, a los valores familiares, a la economía actual con una fábula. Y con miel, que así entra mejor a todos. Y con una historia que parece casi personal y titulada en España El país de las maravillas. Pero pese a que su nombre también sea como la protagonista del cuento de Lewis Carroll,  este cuento es más costumbrista, más social y menos onírico. Aunque también hay espacio para la magia. La directora hace estas reivindicaciones con una historia afincada en la Italia rural , donde choca la evolución frente al costumbrismo, la adolescencia con la edad adulta, o la austeridad con la exuberancia.

Una familia se dedica a la apicultura como medio de subsistencia. El padre hace uso de su  esposa y sus cuatro hijas para subsistir y seguir manteniendo el estilo de vida que él ha elegido. La primogénita, Gelsomina, está en plena adolescencia y empieza a plantearse cosas, a ir un poco más allá. Se siente deslumbrada por un show televisivo que va a grabar a la zona, o que intenta ver más allá del mundo que le ha tocado vivir.

Las dos figuras paternales son complementarias: el padre parece seguir férreo en sus normas mientras que la madre mantiene la postura comprensiva. En el papel de mamá, Rohrwacher ha puesto su hermana Alba (La soledad de los números primos, Sworn Virgin). Pero sin duda la que deslumbra en la cinta es Maria Alexandra Lungu, uque sabe dar a la joven la dulzura y ternura necesaria. Como el momento que canta con la hermana el tema T’Appartengo de Ambra Angiolini, un momento de lo más encantador y alegre dentro de una vida en la que s´lo oyen órdenes y pocas distracciones propias de su edad.

Bien ha sabido encontrar la directora el equilibrio entre fábula y realidad. Se respira mucho aire a la obra de Fellini: sin ir más lejos, los nombres de las niñas son de personajes de sus películas.

Monica Bellucci en El país de las maravillas

Pero ante todo, que el espectáculo no decaiga. Como bien dictaminaba el estilo Berlusconi, que la magia y lo carnavalesco prime y que el espectador –ergo el ciudadano– siga viendo el halo exótico, más que una salida o una crítica. De ahí el programa televisivo que recoge las costumbres locales, y con una presentadora de excepción: Monica Bellucci, el paradigma de una Italia que se vende al exterior, con farándula y disfraces de por medio. He ahí el perfecto choque de dos Italias casi extintas.

Le meraviglie es un dulce que gusta y sorprende. Co ingredientes ya vistos en el cine italiano pero con personalidad propia y, sobre todo, muy autóctona. Bien ha trabajado Alice su dirección de actores, cual reina en el panal.