«¿Es eso acaso un desafío a mis fastuosas habilidades?«
Hay una película que se ha puesto muy de moda últimamente. Va de una señorita casta y pura que se ve atrapada por los juegos perversos y libidinosos de un señor aficionado al noble arte del BDSM. Hasta ahí todo muy normal y muy sano. El problema es que el tal Christian Grey es un pelín posesivo y le mola bastante eso de castigar a su compañera de juegos. Eso tiene otro nombre, pero ¡eh!, no pasa nada, porque como la autora es mujer esto debe ser una estupenda historia de amor y liberación sexual para las féminas del siglo XXI.
Ahora imaginémonos que en lugar de E. L. James, a los mandos de 50 Sombras de Grey tuviéramos a los señores Álvaro Muñoz (CoaX) y Juan Espadas (Ensis). Seguramente los libros en los que se basa la película protagonizada por Dakota Johnson y Jamie Dornan no habrían llegado al nivel de éxito que los de la autora amante de la saga Crepúsculo (de la que extrajo inspiración y con la que comparte más temáticas de las que se podrían apreciar a primera vista), pero sí que se habrían hecho famosos por su ‘machismo’ y su representación de la mujer sumisa a las órdenes de un macho controlador y todopoderoso. Contradictorio, ¿no?
«Esto requiere de una cuidada planificación«
Bien, pues ahora sustituyamos a la recién licenciada Anastasia Steele por la cándida campesina Bernadette y al megarrico Christian Grey por el demonio pervertido Astaroth. ¿Qué tenemos? Pues un cómic pornográfico en el que la humillación está en tres de cada cuatro viñetas y en el que se nos presenta a una hermosa chiquilla sedienta de sexo y castigo en un mundo repleto de hombres ansiosos por darle bastante de cada uno de ellos.
Y poco más. Porque, si bien es cierto que el dibujo del cómic de CoaX y Ensis es detallista (y mucho) y trata de huir del campo de nabos que se le presupone al cómic, lo cierto es que en última instancia Astaroth y Bernadette no pasa de eso, de ser un cómic repleto de miembros erectos dispuestos a descargar sobre la tierna (y un tanto estúpida) campesina. A este cómic, como a la obra de E. L. James le falta algo más de profundidad que la separe del resto del porno barato y la convierta en un producto único.
Además, habrá a quien la imagen de Ana y de Bernadette siendo castigadas se la ponga dura. Lo siento, pero no soy uno de ellos. La idea de una mujer sometida a los caprichos de su «amo» debería ser un concepto en vías de extinción y no el argumento central de toda una erótica multitudinaria, ¿no?
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