Nos adentramos en el nuevo trabajo de Vicente Cifuentes, Señales. Además, hablamos con el autor.
Un cómic que nada más acabarlo tienes el deseo irrefrenable de empezarlo desde la primera página y que te ofrece nuevas y más interesantes lecturas cuando lo haces solo puede ser obra del demonio, que te ha obsequiado con un placer sin fin a cambio de tu alma… o de un genio como Vicente Cifuentes. Por suerte nos encontramos ante este segundo caso y nuestras almas están a salvo.
Con Señales el artista albaceteño crea su obra más personal, un libro que tiene su génesis en la interesantísima Después de la señal (2003) y que tras un arduo y dilatado trabajo por fin ve la luz. Cifuentes guioniza, dibuja y colorea este thriller sobrenatural que, además de resolver el misterio de rigor que mueve la trama, profundiza en la idea del destino, si está o no escrito, si realmente está prefijado o nos van «guiando». Para descubrirlo hay que adentrarse en esta novela gráfica y leer bien las señales. Ya desde las primeras páginas la historia destaca por su asombrosa capacidad para enganchar al lector manejando el ritmo de la narración, de tal forma que resulta tarea imposible dejar la lectura antes de llegar al final. Cifuentes juega con nuestras expectativas, dejando pistas por el camino pero sin desvelar nada para que seamos nosotros quienes completemos el misterio. A este respecto, es casi imprescindible hacer una segunda lectura, puesto que nos revela que todo está ahí, que el autor no esconde nada en ningún momento; proporcionando, de paso, un siniestro y sugerente matiz a la historia.
Es una lástima que la obra no incluya material extra que complemente el relato, debido sobre todo al espectacular acabado visual que posee. Cifuentes deja volar su imaginación para recrear las dos realidades en las que se desarrolla su historia: el mundo «real» y otro más onírico en el que los seres fantásticos campan a sus anchas. En una apuesta muy inteligente por su parte, se ha esmerado en diferenciar bien ambos planos, dándoles un tono propio a cada uno que se complementan con gran naturalidad.
Reseña escueta sí, pero es que me resisto a desvelar nada de la historia para invitar a todo aquel que lo desee a descubrirla por sí mismo. Además, ¿quién mejor que el propio autor para hablar de su obra? Así, os dejo con las palabras de Vicente Cifuentes respecto a algunos de los temas que le planteamos respecto a Señales.
Edición publicada por Aleta
Tal como está el mercado es la mejor edición que se podía sacar, un tomito con 200 páginas y una portada con brillo que llama bastante la atención. Quizás sacar una edición de tapa dura habría sido demasiado caro y podría ralentizar mucho las ventas. Creo que el tomo es atractivo y lo suficientemente grueso como para que la gente se pueda animar.
Intenciones
Muchas veces la gente dice que se lee los cómics en media hora. Entonces, al aportarle más páginas le haces que entre en otra dinámica narrativa, que era lo que yo buscaba con Señales. Era un poco que, conforme vas leyendo el cómic, fuera cogiendo más ritmo. Así, el primer capitulo empieza de una manera más tranquila en la que se van presentando los personajes. En el segundo ya te voy mostrando cosas que a lo mejor no esperabas y en el tercero ya es «me lo tengo que leer para saber como acaba».
Recuperación del cómic Después de la señal
Como dicen, «está todo contado». Lo que innova o lo que hace interesante un cómic es «la manera de contarlo». Con Después de la señal buscaba contar una historia de una manera que a mí me resultaba un poco peculiar. O sea, no era empieza y acaba sino que empiezo por el final por así decirlo. Vas leyendo algo que parece que ha pasado pero luego te das cuenta de que era un círculo. Y con Señales lo que quería era más o menos lo mismo pero a gran escala, recuperando la trama que ya había tenido pero haciendo que se entrelazara con la historia de Sandra (que es el personaje de Señales), la protagonista. Lo que me interesaba era ver como se juntaban esos dos mundos, como de pronto Sandra, interactúa con Vanesa siendo totalmente diferentes. Son dos personajes que no tienen nada que ver, sin embargo las señales las van llevando a todo el mundillo que he creado.
Cambios respecto a la edición de Dibbuks
Dibbuks editó el primer capítulo –la historia se compone de tres capítulos–. Lo único que he hecho con este capítulo ha sido remodelar alguna página, retocar algunas cosillas. Sobre todo el color que no salió todo lo bien que nos hubiera gustado. A nivel guión es exactamente igual que el de Dibbuks.
Diferencia entre la realidad con el mundo onírico
Estaba contando la historia de una manera, buscaba colores muy planos, muy sencillos con los que contar una historia de una manera más ágil, sin mucho detalle, sin recargar demasiado. Que fuera algo más visual. Sin embargo, para el mundo onírico quería que fuera algo más pictórico, menos claro, pero no sabes muy bien porqué. Ahí no estás en la realidad. Estás en otra parte.
Desenlace
Podría haber sido más claro, mucho más evidente, pero simplemente te marco cuatro pautas que digas «¡ostras! esto es un bucle», por así decirlo. Es algo cíclico, solo que algo ha cambiado. Porque hay una parte que justo en la viñeta viñeta final es como ¡ostras!. Parece que todo va a acabar y que todo se va a repetir hasta el infinito, pero de pronto hay un cambio. Esa era la idea que yo buscaba todo el tiempo.
Las protagonistas
Buscaba tres chicas muy diferentes: una entregada, otra que está viviendo y que se va adaptando como puede y la otra que a priori es más fría, pero realmente solo de trato porque por dentro sí que valora lo que tiene alrededor. Tenía claro eso, que en este cómic los personajes tenían que tener un trasfondo, una profundidad y que mostraran un poco de cada uno, que lo fueras viendo y pudieras conectar con ellos. Sandra por ejemplo es muy cotidiana, es una chica que tiene sus pretensiones, sus ilusiones, que lucha por ellas… digamos que es la más centrada. Vanesa, al tener más dinero, es como «me lo puedo permitir todo, me da todo igual un poco más y voy a más a mi rollo». Y Maika es de las personas místicas que tiene algo muy claro en su vida y se apega a ello.
Fotos: JUAN RODRÍGUEZ MILLÁN
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