Belleza oculta

Belleza oculta: Naufragio por las pretensiones

Esta crítica contiene spoilers. Igual que unos ingredientes de primera calidad no son garantía de un plato de estrella Michelin, ya se sabe que el uso de unos actores de primera no son sinónimo de obra maestra. Eso le sucede a Belleza oculta, una película cuyo lírico título es también ambiguo, porque se desconoce dónde se resguarda lo bonito de esta historia.

 

will smith en Belleza oculta

 

 

La última película de David Frankel arranca con un personaje hundido sin fuerzas para superar el necesario duelo. Inspirándose –de lejos– en el Cuento de Navidad de Dickens, sus allegados le acercarán unos particulares fantasmas para conseguir un fin. Will Smith toca en su rol protagonista esa faceta que tanto ha manoseado en la ficción: el de padre. Ahora intenta sobrellevar una tragedia tan dura como la muerte de su hija de seis años. Al no levantar cabeza, sus compañeros de trabajo emprenden un peculiar plan para que por fin su compañero firme para poner en venta la empresa, que va a pique: contratar a tres actores para que le acosen públicamente y así Howard (Smith) quede incapacitado mentalmente.

 

El guión, firmado por Allan Loeb, repasa de puntillas las vidas de los socios en una agencia de publicidad: Michael Peña, Kate Winslet y Eduard Norton. Al igual que a su deprimido compañero, la paternidad sobrevuela entre sus problemas del día a día. Pero entran en juego tres personas más: Helen Mirren, Keira Knightley y Jacob Latimore, que de vez en cuando aparecen por la calle para ejecutar soliloquios más cargados de pretensión que de lección. Pese a sus puntos de giro la película es bastante previsible, y sólo por el hecho de que son buenos intérpretes se mantiene, pero no en todo el metraje. La moralina que dice eso de que «hay que asumir todo lo malo y aferrarnos a lo bello que nos rodea» es tan insistente que incluso molesta. De hecho se subraya en casi todas las subtramas, que convergen en un pretencioso galimatías con demasiado ornamento.

 

Peña, Norton y Winslet en Belleza oculta

Frankel recurre a dos opciones que siempre quedan bien en el séptimo arte: Nueva York y un reparto atractivo. Juntos dan un toque fresco y cosmopolita a la cinta, que mira hacia un talante independiente cuando no lo es, y eso que pone empeño en intentarlo. Con un texto con exceso de sentimientos, tantas lecciones, discursos y magia inferida, este drama urbano hace aguas por todos lados. Una vez más, Smith fracasa en su intento de conseguir la nominación. Otra vez será, Will.

Acerca de María Aller

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