Exodus: Dioses y Reyes

Exodus. Dioses y Reyes: Pereza bíblica

El cénit de Ridley Scott como director de ficciones de época llegó con Los Duelistas. También destaca el peplum Gladiator, pero el resto de incursiones del veterano cineasta al pasado de la humanidad ha sido más bien gris, con propuestas muy grandilocuentes, espectaculares en forma, pero fallidas en contenido: El Reino de los Cielos, Robin Hood, 1492, y ahora Exodus. Quizá de este grupo la que mejor salga parada sea la reivindicativa Robin Hood.

 

Christian Bale en Exodus

 

La experiencia de Exodus es muy sufrida. No tanto como la que pasaron los judíos para llegar a la tierra prometida tras liberarse del yugo egipcio, pero casi. El relato comienza de forma muy interesante, saltándose la infancia de Moisés y Ramsés (y aún así nos esperan algo más de dos horas y media de película), una parte que queda bien resumida en un par de diálogos, para presentarnos a dos valerosos príncipes, orgullo de su nación, liderando al ejército contra sus enemigos. La apuesta del señor Scott es la de ofrecer una visión más “realista” del cuento bíblico, con un Moisés que no duda en agarrar la espada y hundirla en unos cuantos vientres si es preciso. Dios busca un guerrero que libere a su pueblo, no un simple pastor que no sepa qué hacer y lo deje todo en manos de la providencia.

 

Así, el largo primer acto tiene un carácter más político, por así decirlo, centrado en las relaciones de poder y cómo se desenvuelve Moisés en palacio atendiendo asuntos de estado mientras calma a un hermano demasiado irascible (entre las peores elecciones de casting de los últimos años se encuentra este pintarrajeado Joel Edgerton que no cuela como monarca egipcio).

 

El problema de la cinta radica en un segundo acto totalmente prescindible. La acción se estanca para mostrarnos la historia de amor entre el reconvertido en pastor Christian Bale y María Valverde. La actriz española luce unos bonitos trapos pero su incidencia en la trama es anecdótica, como pueden serlo las de Sigourney Weaver (quien de repente desaparece de escena como un fantasma) o un muy comedido Ben Kingsley. La cinta peca de un ritmo deficiente, subrayando situaciones o escenas intrascendentes y pasando de puntillas por aspectos que podrían dar bastante de sí. Inevitablemente el sopor nos amenaza y las plagas poco pueden hacer por defender nuestra vigilia.

 

La presunta novedad de tratamiento de la historia pronto de olvida y la cinta cae en los lugares proféticos comunes, dando a Dios el poder sobre los hombres y las decisiones de Moisés. Exodus se muestra, a fin de cuentas, como una actualización de los clásicos bíblicos, formalmente más espectacular, pero sin mayores ambiciones narrativas. Así, la cinta ya parece estar pasada de moda antes de llegar a los créditos finales.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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