Godzilla: La vulgaridad del kaiju

Godzilla

Godzilla

Título Original: Godzilla

Director: Gareth Edwards

Guión: Max Borenstein y Dave Callahan

Reparto: Bryan Cranston, Juliette Binoche, Elizabeth Olsen, Aaron Taylor-Johnson, Ken Watanabe, David Strathairn

EEUU – Japón / 2014 / 123′

Productora: Warner Bros. / Legendary Pictures / Disruption Entertainment

Ishiro Honda se revolvería en su tumba. Bueno, puede que él no, pero cualquier Truffaut de la vida seguro que sí. Este remake de Godzilla deja a la altura del betún al film de Roland Emmerich (1998), pero siendo un objetivo tan accesible tampoco es decir mucho. Y es que el salto de Gareth Edwards a la primera división mainstream se antojaba…

Ishiro Honda se revolvería en su tumba. Bueno, puede que él no, pero cualquier Truffaut de la vida seguro que sí. Este remake de Godzilla deja a la altura del betún al film de Roland Emmerich (1998), pero siendo un objetivo tan accesible tampoco es decir mucho. Y es que el salto de Gareth Edwards a la primera división mainstream se antojaba mucho más interesante y completo de lo que ha resultado ser.

Es indudable que desde el propio guion de Max Borenstein y Dave Callahan hay un profundo respeto por la criatura nipona, llevando a cabo un sólido homenaje a nivel formal (empezando por la característica figura más bien oronda del monstruo), pero en ningún momento son capaces de plantear los temas que se le presuponen a la historia. Principalmente el mensaje ecologista y antinuclear de la historia, no olvidemos que la aparición de Godzilla (al igual que el grueso de los títulos sci-fi de los años 50) venía a ser una metáfora del temor al poder destructivo de un ataque nuclear (de las bombas de Hiroshima y Nagasaki al estreno de la película solo habían transcurrido nueve años). Esa naturaleza vengativa respecto a las acciones del hombre se diluye por completo. Más allá de los (geniales) títulos de crédito iniciales y una trillada referencia a la tragedia que puso fin a la II GM, no es un asunto que interese especialmente a los responsables de este remake, más orientados a abordar el drama de la familia protagonista y en sembrar una atmósfera de terror.

Bryan Cranston en Godzilla

Un enfoque que convence a medias. Mientras que Bryan Cranston y Juliette Binoche nos conducen por una primera parte muy efectiva gracias a unos personajes bien desarrollados, Elizabeth Olsen y Aaron Taylor-Johnson tienen ante sí a unos personajes estereotipados a más no poder. Ella, sufrida madre y enfermera cuya función principal es la de mantener la cama caliente para su marido; él, un hombre de acción, valiente, decidido, diligente… e incapaz de tener una relación sana con su padre, lo que le aporta un conflicto muy enriquecedor. Vamos, de primero en la escuela de guionistas… de hace 50 años. Sin olvidar, por supuesto, a un desaprovechadísimo Ken Watanabe que no sabe muy bien cuál es su función en la historia.

Ahora bien, a pesar de la plana construcción de los personajes, resulta muy interesante el punto de vista que toma Gareth Edwards durante gran parte de la trama, dejando a los monstruos en un segundo plano. Lo que le interesa es el conflicto de sus personajes y cómo se enfrentan a una situación que supera toda lógica. Godzilla forma parte del fondo. Su presencia está ahí, permanente y amenazadora, casi un dios al que nuestras grandes tragedias son más insignificantes que el aleteo de una mosca. Esto permite al director deleitarse con las imágenes de las ciudades post-destrucción o, como por ejemplo sucediera en Señales (M. Night Shyamalan, 2002) mostrar al gran lagarto en la televisión, en un terrorífico segundo plano. Pero a medida que avanza el metraje y los productores se ponen nerviosos, Edwards se ve tentado y obligado a mostrar a Godzilla en todo su esplendor. Borrando de nuestra mente un bochornoso intercambio de miradas entre el daikaijū y Aaron Taylor-Johnson, lo cierto es que luce bastante y las peleas entre las bestias son todo un espectáculo, pero el clímax final termina alargándose demasiado y desequilibrando un conjunto en el que falta tijera, tanto en la acción como en explicaciones que o bien caen en incongruencias o bien son difíciles de justificar.

Godzilla es un ejercicio fallido. Con el recuerdo de Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013) todavía muy presente, este nuevo acercamiento a la mítica criatura de los estudios Tōhō se queda corto. Estupendo en términos de efectos visuales y de actualización del mito, no pasa de ser un entretenimiento correcto, vulgar.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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