La temporada veraniega ha iniciado su cuenta atrás, no así las películas de temporada, que tienen en Infierno bajo el agua una refrescante y agobiante propuesta. Alexandre Aja se pone al frente de una producción que combina sin miedo al ridículo peligrosos caimanes y una tormenta de las que hacen historia.
Un alocado planteamiento que en manos menos diestras o con menos presupuesto podría formar parte del catálogo Asylum, pero que en manos de Aja se convierte en un eficaz thriller de supervivencia teñido de terror (lo que los anglosajones llaman survival horror film) en el que una joven y su padre han de escapar de unos aligatóridos se han colado en su casa anegada por los efectos del huracán que asola la zona.
El esquema del filme es muy sencillo, dedica el tiempo estrictamente necesario para presentar a Haley, la protagonista, y en cuanto puede se mete en harina. Con el ánimo de darle un poco de profundidad a los personajes la película usa la lucha por la supervivencia como un estímulo para que padre e hija cierren viejas heridas y esta última descubra que nuestras limitaciones suelen ser más mentales que físicas. Un trabajo emocional necesario para que empaticemos con ambos y que no le roba mucho espacio a lo que Aja y su público consideran más importante: la lucha a muerte entre Kaya Scodelario y los caimanes.
La que fuera coprotagonista de la saga El corredor del laberinto defiende con solvencia un personaje que le requiere un enorme desgaste físico y emocional. Ha de enfrentarse con unos voraces depredadores de otra época (no olvidemos que los cocodrilos llevan aquí desde la época de los dinosaurios) en un entorno hostil y haciendo frente al miedo de la situación, desgaste y heridas físicas y sus propias cargas emocionales.
Lejos de amilanarse, Haley le echa un par de ovarios y toma la iniciativa en todo momento, convirtiéndose en la perfecta heroína. Es un personaje muy proactivo que encaja muy bien en el arquetipo de roles protagónicos con los que suele trabajar Alexandre Aja. Un tipo de personajes, por otra parte, imprescindibles para la fórmula del director, basada en el suspense y la alternancia de momentos de tensión y de explosión violenta. El francés es un realizador que genera muy bien dichos momentos y que controla los tiempos del género como nadie. Infierno bajo el agua da buena cuenta de ello.
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