Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City

Resident Evil. Bienvenidos a Raccoon City: Virus Carpenter

Todo lo que cabía imaginar viendo los tráilers y las imágenes promocionales de Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City se ha cumplido. Su -a veces- discutible casting, su estética más cercana al fanmade que a la de una producción de Hollywood, sus efectos visuales ya antiguos antes de estrenarse… por separado hay muchos aspectos que resultan, cuanto menos, problemáticos; pero todo está ahí con una clarísima intención: trasladar el espíritu de la serie B ochentera a la actualidad.

 

Kaya Scodelario y Avan Jogia

 

Ya fuera obligado por las limitaciones económicas o porque desde un principio quisiera enfocar la propuesta en esta dirección (posiblemente fuera una combinación de ambos factores), lo cierto es que la adaptación de Johannes Roberts sabe encontrar su nicho dentro de una franquicia que en el campo de los videojuegos ha optado por una vuelta a los orígenes y que en el cine la saga de Milla Jovovich ya está más que agotada y amortizada. Lejos de ser contraproducente, el rebajar las expectativas beneficia a una película a la que no le pesa la gigantesca sombra de la licencia de la que nace, ni la escasez de ideas de un subgénero demasiado limitado por su propia naturaleza.

 

Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City es un homenaje tanto a las primeras entregas del videojuego, como del cine del primer John Carpenter (el de títulos como Asalto a comisaria del distrito 13 [1976], La noche de Halloween [1978] o 1997: Rescate en Nueva York [1981]) y de los modos de hacer de la serie B de aquellos ochenta, lúdicos,  libres de complejos y tan en deuda con el explotation. Un homenaje que empieza con el marco temporal del filme (nos lleva a 1998, fecha de lanzamiento de Resident Evil 2) y que sigue con una estética que evoca a los 70-80, tanto en las localizaciones y el diseño de arte, como en la fotografía (en la que Maxime Alexandre recuerda a otro trabajo suyo, Maniac [2012]). Hay una continua búsqueda de nostalgia que si bien puede asustar al público neófito, facilita la inmersión en la propuesta siempre que se esté dispuesto a entrar en el juego. El valor de la película es que es tremendamente consciente de su naturaleza. Es, en este sentido, muy honesta consigo misma y con la audiencia.

 

Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City

 

A nivel argumental, no ofrece nada sorprendente, pero resulta bastante eficiente en el uso de las herramientas de las que dispone. Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City, para el público que llega de la experiencia de los videojuegos, un híbrido de las dos entregas fundacionales de la franquicia. Combina las tramas de los dos primeros juegos en una única aventura con buen criterio; ambas tramas se complementan de forma orgánica, ofreciendo una aventura que no desentona con lo ofrecido por Hideki Kamiya y Shinji Mikami en los juegos. Aunque siempre hay un peaje. Si bien la película salva el anticuado esquema de la casa del terror que era el primer juego, se encuentra con el problema de la duplicación de roles, lo que conduce a la sacrificada transformación de algunos de sus protagonistas. Y aunque dichas transformaciones están más que justificadas, más de un fan querrá llorar al ver a alguien tan carimástico como Leon F. Kennedy reducido a un alivio cómico o a Jill Valentine remendada en una badass arquetípica. Son, por cuestiones narrativas, los hermanos Redfield los grandes beneficiados, especialmente Claire, que -interpretada por Kaya Scodelario- toma para sí el espíritu de los protagonistas carpentenianos.

 

Kaya Scodelario

 

En el polo opuesto de lo ofrecido durante años por Paul W.S. Anderson (quien sigue aquí como productor) y Milla Jovovich, esta nueva iteración de Resident Evil no desentonaría entre los títulos del primerizo Carpenter (su influencia es hasta abusiva en la película); y aunque puede resultar áspera en un primer momento para según qué perfil de público, sabe explotar sus virtudes a favor de obra.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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