Parecía que nunca iba a llegar. Años de rumores, desmentidos y conatos de inicio de producción, incluso de propuestas de series que naufragaban antes de salir al aire, hacían pensar que la ansiada secuela de Bienvenidos a Zombieland quedaría en nada, en poco más que una ilusión de los románticos fans. Pero en estas, al equipo artístico le entra la morriña y empieza a moverse para propiciar la reunión de amigos, hasta el punto de rechazar otros proyectos (como ilustra el caso de Ruben Fleischer, que se apeó de la secuela de Venom para dirigir esta) que les liberara para liquidar zombies una vez más.
Ya desde su arranque Zombieland: Mata y remata es consciente del tiempo transcurrido respecto al filme original y no pierde la ocasión de lanzar bromas y guiños al respecto para conseguir la complicidad del público. Durante sus primeros compases la película se preocupa en explicar el contexto de los personajes, qué ha sucedido en estos diez años que separan ambas aventuras y cuáles son los cambios y novedades que han tenido lugar desde el ya lejano 2009. Y como sucede con las viejas amistades, una vez que nos hemos puesto al día, Fleischer y los suyos nos invitan a seguir con la fiesta como si no hubiera pasado el tiempo.
De esta forma Zombieland: Mata y remata recupera las dinámicas entre los protagonistas (añadiendo otras nuevas propiciadas por la entrada en la edad adulta de Abigail Breslin [quien contaba con 13 años cuando se estrenó la primera parte]) y la estructura de accidentada road movie en busca de un oasis en la tierra de los muertos vivientes. Sin embargo, para evitar caer en una reiteración constante, la película incluye nuevos elementos que no solo le dan cierta variedad al viaje, sino que abren nuevas vías de desarrollo para los protagonistas. En este sentido quien sale más favorecido es el personaje de Woody Harrelson, que no solo ha dejado atrás traumas del pasado, sino que se abre a nuevos escenarios. Por su parte, la pareja formada por Emma Stone y Jesse Eisenberg, aún gozando de una excelente complicidad que nos propone diálogos muy divertidos, ve limitado su recorrido al tira y afloja que nos regalaron en la cinta original.
Aún ofreciendo algunos momentos de brillantes, la película peca de un exceso de conservadurismo en su estructura, como ya comentaba. Se sabe demasiado una secuela y, quizás por los años transcurridos, no arriesga. La falta de frescura en la propuesta presentada es evidente, pero ello no desmerece la diversión que ofrece. Una aventura postapocalíptica en su vertiente más lúdica, con mucho humor y no exenta de pequeñas dosis de mala baba.
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