Y con esta doble entrega finaliza la épica aventura de Mark Waid, Jim Zub y Al Ewing que nos ha llevado hasta los confines del universo y ha devuelto la notoriedad a los olímpicos y Hércules.

El hijo de Zeus se ha revelado como uno de los principales protagonistas de la aventura publicada por Panini Cómics. Sobre todo en estos últimos dos capítulos, en los que muestra una evolución más acentuada y reconfigura sus valores gracias a su interacción con personajes como Conan o Viajera, caracterizados por los autores por una extraordinaria fuerza de voluntad y espíritu de sacrifico.

Esta transformación (que tiene su extensión en la apariencia física del personaje) promete, además, tener seguimiento en el futuro. Porque si bien los efectos colaterales de la aventura no se han hecho notar en otras colecciones (como sí hacen eventos del tipo Guerra de Reinos), la mayoría de sus protagonistas salen de esta lo suficientemente cambiados como para iniciar nuevas etapas en sus vidas, siendo quizás (junto a Hércules) Conan y Spectrum quienes partan de este desenlace con unas situaciones más interesantes de cara al futuro. (solo hay que ver la próxima Salvajes Vengadores).

Otra de las grandes revelaciones de Sin camino de vuelta ha sido Nyx, la temible diosa a la que han tenido que hacer frente nuestros héroes. Capaz de quebrar las voluntades de sus enemigos y atacar tanto el cuerpo como el espíritu. A través de ella los guionistas han podido explorar algunos de los miedos más profundos de los protagonistas, así como sus anhelos (aquí con la ayuda de Euforia, venida directamente de las páginas de Estela Plateada de Dan Slott y Mike Allred), haciendo de este cómic una oportunidad perfecta para conocer mejor a los personajes; algo que no siempre se consigue en obras de este tipo, preocupadas sobre todo en generar golpes de efecto o fomentar las grandes batallas.

Que el aspecto emocional es importante para el trío de guionistas es algo evidente no solo por ese trabajo con los personajes, sino también con el clímax del sexto capítulo que lleva la narración a un terreno de metaficción que sirve tanto para elevar el significado de la lucha entre la luz y la oscuridad a otros niveles, como para festejar los 80 años de Marvel Comics.