Magical girl: Cuando las consecuencias desbordan a la ira

Es posible sacar un proyecto adelante hoy en día. Es posible dar una vuelta a los géneros, es posible la mezcla de géneros. Es posible meter temas dispares en una misma historia. Es posible, si hay guiones y personas con potencial. Esto es lo que sucede con Magical Girl, una suma altamente arriesgada que sorprende y provoca.

Carlos Vermut confecciona un relato donde convergen historias totalmente asimétricas; el realizador madrileño usa tintes provenientes de la cultura nipona, relaciones de pareja, complicaciones económicas consecuentes de los recortes en educación, condenas penitencias a punto de finiquitarse, caprichos fetichistas… Todo se recopila en este cuento contemporáneo para adultos –sí, porque hay reminiscencias de El mago de Oz y del mundo del cómic–, fustigado por los chantajes y la perversión. Es como si al asiduo relato le hubieran despojado de la fantasía pueril. Porque aquí también hay una niña enferma, una princesa encarcelada, un caballero vengativo, un padre protector o un «mago» que abre las puertas para llegar al fin. Pero todos poseen otros talantes no recomendados para menores.

Sacristán y Bermejo en Magical girl

La fuerza de la película está en el guion: Vermut entrelaza el amor paternal, la relación en pareja, con sobornos, venganzas y temas tabú. Los recoge con un halo costumbrista para hablar de lo más sombrío; se antepone siempre el surtido contenido sin olvidarse del continente, un recipiente liso, elegante y sobrio; y esto se debe a una dirección correcta, donde imposibilita la entrada al afecto porque todo está hilado con una fría sutileza.

El triángulo protagonista son tres personas con las que uno se cruza en el rellano de su casa todos los días, y que como todos esconden penurias, historias del ayer y miedos. Pero cuando la situación se desborda, la angustia se apodera de ellos y actúan de forma implacable: ya se sabe, la desesperación es el más potente y peligroso que cualquier otro propulsor. Si ya el argumento fuera poco homogéneo, el casting no se queda atrás. Los tres vértices de la historia son Bárbara Lennie, Luis Bermejo y José Sacristán. La actriz es una chica con problemas psíquicos que vive en el pasado, Bermejo es un padre parado con una niña enferma de leucemia con un futuro incierto, y Sacristán es un maestro retirado preocupado por su hastiado presente. El trío mantiene con brío la carga desesperante que posee el argumento.

La cinta explica la complicada relación entre los instintos y la razón, y todo divisado desde varias vertientes que se fusionan: El Madrid costumbrista de tabernas hasta las residencias de lujo, la vivacidad de los dibujos manga se anexiona a la tenebrosidad de los placeres ignotos. Pero todo queda uniformado bajo el pincel de Vermut, que resalta el lado oscuro de tres personas, que el destino –o trama– les ha puesto en una tesitura más que peliaguda.

Tan cercana como peculiar y tan distante como embelesadora, Magical Girl es una rara avis contemporánea dentro del marco actual estático. Arriesga y se agradece.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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