Cartel de Techo y comida

Techo y comida: ¿Hay solución?


Año 2012. Rocío es madre soltera, tiene un niño de 8 años, está en paro desde hace tiempo y a punto de ser desahuciada por no pagar el alquiler durante meses. La situación se agrava cada día porque no tiene con quien contar. Las ayudas llegan tarde, las ofertas de empleo casi son una ensoñación, el barrio sufre lo mismo… No hay trabajo, ni tampoco ayudas. No hay a donde ir. Encima sufre el pavor de que los servicios sociales le quiten a su hijo.

 

La historia no está lejos de la realidad. A todos desgraciadamente no suena de haberlo leído en las páginas de sucesos. Pero Juan Miguel del Castillo se encarga de que nos topemos con ello en nuestras narices, sin ningún tipo de filtro. Una situación límite que apunta ya en el título con esos dos sustantivos tan básicos que tantas veces se dan por hecho, y que peligran para muchos, como nos estamos empezando a dar cuenta ahora. Lo que plasma es un pedazo de la cruda realidad que padece España

 

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Más atroz se hace con las interpretaciones: Natalia de Molina  (Vivir es fácil con ojos cerrados) demuestra que el Goya a Mejor Actriz revelación era por algo más que por emanar dulzura. Hace suya a Rocío y hace una actuación tan magistral como encarnizada; desprende la desesperación por cada poro en cada escena. Los maduros Mariana Cordero, Gaspar Campuzano la acompañan y están espléndidos en esta angustia constante, igual que ver a Jaime López representando la pura inocencia, esa generación a la que no se le augura un futuro óptimo y ejemplo de toda esa infancia que, como bien han dado nombre varios diarios “vive por debajo del umbral de la pobreza”. Efectivamente, agobia porque lo tenemos en la puerta de enfrente.

 

Muy bien ajustado está el guion, que oprime a la protagonista mientras dibuja a España: estaremos en la miseria, cada vez con más personas en riesgo de pobreza y exclusión social, pero nos seguiremos aunando a una cuando la Roja juega. ¡Qué simbólico es ese plano celebrando la victoria de la segunda Eurocopa!

 

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Del Castillo ha efectuado un trabajo donde prima el mensaje, pero la parte técnica está a la altura de la fuerza de la historia. Sabe seguir a los personajes, el espectador se inmiscuye por completo en el contexto y sabe explayar las sensaciones de rabia e impotencia necesarias para narrar este drama social. Tan conmovedora como desgarradora, es una mirada a los desfavorecidos de una crisis, a los que el yugo de la opresión les asfixia por completo. El cine también es reivindicación, y esta protesta en metraje está muy bien trazada. Del Castillo ha lanzado muy bien el mensaje. Por favor, que le escuchen.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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