Nos metemos de lleno en el tercer volumen de Animal Man de Jeff Lemire.
Cuanto menos, es divertida la forma de actuar de DC Comics con sus personajes. Ese tópico que desde Europa lanzamos sobre «la doble moral americana» tiene un claro exponente en la casa de Superman y Batman. El cacareado reinicio del universo DC supuso el fin de la institución del matrimonio. «¡¿Cómo va a casarse ningún superhéroe?! Perderíamos decenas de miles de lectores potenciales. Necesitamos protagonistas jóvenes y atractivos porque, ¿quién se identifica con un casado?».
La víctima más notoria de esta decisión fue Batwoman, heroína que ya sorteó con fortuna el formateo de la mayoría de cabeceras deceítas y que ha sido y es una de las adalides del feminismo y la libertad sexual del cómic mainstream. Suspicacias a un lado, Buddy Baker no solo conservó a su idílica familia, sino que en el cruce con La Cosa del Pantano vio como sus poderes alcanzaban un nuevo nivel. Todo iba a pedir de boca hasta el fatídico desenlace del crossover, que se saldó con la pérdida de su primogénito, el jovencísimo Cliff. ¿No se permiten bodorrios porque hacen a los personajes «demasiado adultos» para su público objetivo pero sí matar a un niño inocente sin reparar en cómo afectará esto a sus «jóvenes» lectores?
Hecha la reflexión sobre las incongruencias editoriales, pasemos al acontecimiento en sí. La muerte de Cliff Baker destrozado a toda su familia, con Animal Man llevándose la peor parte. Enfrentado a los Tótems, su mujer le ha abandonado y la prensa se está cebando con él, preguntándose incluso si no es más que un montaje para generar publicidad que lance su carrera actoral. Jeff Lemire juega muy bien las cartas de las que dispone para construir el perfecto epílogo del crossover de Vértigo. El guionista explora como ha afectado la terrible tragedia a la familia Baker, centrándose en Budy y en su hija Maxine, llamada a centrar el foco de atención de la colección en un futuro cercano debido a su condición de avatar del Rojo.
La pesadumbre y la rabia impregnan un volumen que establece nuevas barreras en torno a lo que se hace en el resto del universo DC. De puertas para fuera ya no existe la diferencia DC / Vértigo. Todas las series cohabitan en el mismo universo, pero la marcada madurez de las segundas hace pensar al lector hasta qué punto los editores se creen sus palabras.
Animal Man es un héroe sí, pero antes es un hombre y un padre de familia. Y esto es lo que prima en su serie. Más en este volumen, que posa su mirada en su faceta como actor, dejándonos ver una de sus «películas» y su relación con los medios y los fans, haciendo un estupendo uso de las redes sociales, incorporándolas a la narración a fin de abordar a su personaje desde todas las perspectivas posibles. Las redes sociales forman una parte imprescindible de nuestras vidas y poco a poco estas traspasarán la «realidad» para introducirse en todo tipo de relatos. Ya lo vemos en cine en títulos como la española ¿Quién mató a Bambi? y muy pronto en la emotiva Bajo la misma estrella. Y un medio tan plástico como el cómic no podía ser ajeno a esto.
Además de los números #19-22 de la colección, el presente tomo incluye el segundo Annual de la serie, también de Jeff Lemire, que retrocede cuatro años para profundizar en la relación del protagonista con su hijo. Un relato sobre la paternidad en el que además se nos presenta a una peculiar aliada que, quien sabe, podría tener algún tipo de participación en el futuro.
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