«Somos las cuatro zorras del Apocalipsis«

Hay libros, películas y cómics que, cuando terminas de disfrutarlos, te sientes un poquito más inteligente y una pizca más humilde. Esto es justo lo que pasa con la hipnótica y desasosegante From Hell, del insigne Alan Moore. El genial autor británico diseccionó en esta maravillosa obra (allá por mediados de los 90) uno de los más sangrientos y misteriosos asesinos de la Historia: Jack el Destripador.

Sin embargo, From Hell es mucho más que la biografía de un psicópata. La obra nos presenta un crítico y fiel retrato de la Inglaterra victoriana aderezado con un denso estudio de la masonería y destellos de la habitual crítica social de Moore, la cual vuela a través de las décadas hasta el presente y nos golpea con la puntería que caracteriza al autor de Watchmen y V de Vendetta. A Moore no le interesan tanto los pensamientos y motivaciones del asesino (que también, en más de 500 páginas da tiempo a mucho) como los de las clases bajas de una Inglaterra a la que «le faltó una buena Revolución Francesa«.

De entre toda la gente perteneciente a dicho estrato social el británico fija su atención en quienes fueron las víctimas predilectas del Destripador. From Hell profundiza en la vida de las prostitutas victorianas: mujeres que vendían su cuerpo a dos peniques con tal de reunir lo suficiente como para dormir bajo techo o sentadas contra una pared. Personas abandonadas y con muy pocas esperanzas de prosperar en la opresiva y machista sociedad de finales del siglo XIX en Inglaterra.

«No son más que charlatanes que intentan vender unos bastones viejos aprovechándose de una pobre furcia asesinada«

Desde el Infierno (como vino a llamarse en España la adaptación cinematográfica del cómic [Albert y Allen Hughes, 2001]) también dedica una buena porción de sus páginas a analizar los principios de desinformación y poder de las sociedades modernas. Contrasta el populacho ignorante y embrutecido de las calles enlodadas de 1885, ajeno y conocedor a la vez de los tejemanejes de los poderosos, con la sociedad sobreinformada de la actualidad, tan conocedora de todo que en realidad no sabe nada de nada. El nexo de unión queda patente con la aparición de los dos periodistas que dan a conocer el nombre del villano: «Es un nuevo tipo de periodismo (…) y lo estamos inventando justo aquí«. Los informadores como principal arma contra la información, el sensacionalismo contra la objetividad, el terror frente al raciocinio…

No sólo de la ruindad de quienes ostentan el poder a través del conocimiento se mofa Moore. La plebe, embrutecida y gozosa renuente de su libertad de pensamiento, es el blanco de la mirada más dura y severa del guionista. Moore hace responsable (como ya ocurriera años atrás en V de Vendetta) a la inmensa mayoría del poder exagerado de unos pocos. Un personaje (Netley), cual Sancho Panza de la muerte encarnada, es la diana predilecta del autor a la hora de resaltar los peores pecados de la sociedad y entre ellos el autor destaca los del silencio y la sumisión.

«Desde el infierno, Netley escríbalo. Desde el infierno«

La masonería, oculta y omnipresente en toda la obra, es otro de los temas en los que se enfrasca el autor. El capítulo que nos lleva de paseo en carruaje por Londres es una auténtica maravilla al respecto. Una charla propia de la filosofía clásica entre maestro y discípulo que nos muestra las sombras de una ciudad que cobra vida ante nuestros ojos. Aún así, ni esta longeva institución se libra de los dardos del creador de Watchmen, que viene a decirnos en unas pocas, concisas y directas viñetas que toda institución anclada en el ritual acaba pereciendo por dentro y convirtiéndose en una cáscara vacía con la que aparentar.

El Comediante, V, Rorscharch… Alan Moore siente predilección por los personajes desequilibrados y violentos. Quizás sea porque los locos no mienten (sólo cuentan SU verdad) o porque al poner a la sociedad frente al loco se revelan las zonas más oscuras, como si de un candil se tratara éste. El personaje alrededor del cual gira From Hell es uno de los más desviados que ha creado el inglés, pero también es uno de los más ilustrados (con permiso de V) y el contraste es un auténtico regalo para el intelecto. From Hell es una novela gráfica densa, pero de lectura muy agradecida.

«¿Qué espíritus son estos que trabajan en semejante luz celestial?«

Acompaña a Moore en esta aventura un espectacular Eddie Campbell (El Destino del Artista) que tan pronto nos presenta viñetas en las que cuatro trazos verticales definen a los personajes, como se regodea en la vida del noble victoriano en unas ilustraciones recargadas, de suaves contornos y rebosantes de paz. Entre medias quedan páginas y más páginas en las que el dibujante sólo necesita unas cuantas diestras pinceladas para plasmar la locura en un rostro o el terror en un gesto. Al virtuosismo de este otro inglés (actualmente afincado en Australia) le ayuda mucho la ausencia de color. El blanco y negro dota al cómic de un ambiente aún más siniestro, si cabe, del que nos podríamos esperar, pero que se disfruta de principio a fin.

Planeta ha recuperado la edición que ya poseía de la novela gráfica para incluirla en Trazado, su nueva biblioteca de grandes obras del cómic que también ha sido testigo del lanzamiento (antes en España que en Estados Unidos) de From Hell: Companion, todo un libro de extras sobre esta joya del noveno arte. Se trata de unos libros encuadernados con gran calidad y en los que destaca la sobriedad de las portadas, perfectos para iniciar nuestra propia colección de imprescindibles de la viñeta.