Tom Strong

Tom Strong. Libro #2-3: Orgullo pulp

El trabajo de Alan Moore en America’s Best Comics puede entenderse como una suerte de «antiwatchmen». En aquellas obras de mediados-finales de los ochenta con las que el escritor inglés logró el reconocimiento global (Watchmen, La Cosa del Pantano, V de Vendetta…) la nota común era una mirada más bien sombria de la sociedad. La inocencia se había perdido y las historias no hacían sino reflejar el estado de una sociedad desesperanzada, gobernada por líderes como Tatcher o Reagan.

 

Tom Strong Tom Strong

 

A finales de los noventa, un Alan Moore ya de vuelta de todo vio la necesidad de reencontrarse con un espíritu más lúdico y mágico (en cualquiera de sus acepciones) del mundo del cómic. Esta búsqueda de unos relatos que devolvieran la experiencia del asombro y la aventura terminó configurándose en el sello America’s Best Comics, hogar de La Liga de los Hombres Extraordinarios, Promethea, Top 10 o Tom Strong. De todas ellas, la más nostálgica y menos desprejuiciada respecto al carácter fabuloso de la historiera es Tom Strong.

 

Esta, que ECC Ediciones ha recogido en tres formidables volúmenes en cartoné (que incluyen las 36 entregas de la serie original, así como las portadas originales y un buen puñado de ilustraciones) aboga por un tono marcadamente pulp, deudor de los Tarzán o Flash Gordon de antaño. Lo imposible es posible en Tom Strong, que también mira más allá y sabe impregnar de las preocupaciones actuales como los extremismos o la defensa de la naturaleza buena parte de sus aventuras, lo que evita que la serie caiga presa de sus referentes y se muestre atractiva para cualquier tipo de lector.

 

Alan Moore, junto al dibujante Chris Sprouse, es el gran arquitecto de Tom Strong, Después de un primer tomo que servía para conocer al personaje y descubrir la dinámica de sus aventuras, que funcionan contracorriente de la moda actual de serializar hasta la extenuación una trama. En Tom Strong (algo que vemos perfectamente en los Libros #2 y #3 que nos ocupan) volvemos a una estructura más clásica en la que cada capítulo narra una aventura completa. Hay excepciones, claro, de relatos que abarcan varios números, pero son la excepción. El libro 2 quizás supone el punto más alto de la serie, ya que, liberado de presentaciones de personajes y contextos, Moore tiene la posibilidad de explorar las posibilidades que le ofrece Millennium City. El único límite es el que él se quiera imponer. De esta forma vemos la materialización total de esa idea de evocar unas aventuras más coloridas, cargadas de aventuras y ciencia ficción, capaces de devolver la esperanza y los deseos de soñar lo imposible a sus lectores.

 

Tom Strong

 

Habrá quien vea, en cambio, un pequeño bajón en el Libro 3. Esto es debido a que la presencia de Moore en las entregas incluidas en este volumen (del capítulo #26 al #36) es prácticamente anecdótica, se reserva para el episodio que cierra la colección, dejando el resto de aventuras para que sean otros los autores que abracen el mundo de Tom Strong. Ya en el Libro 2 contamos con escritores invitados como Geoff Johns, pero es cierto que en este tercer volumen, los guionistas y dibujantes de fuera copan el protagonismo. Pero lo que se pierde en la personalidad de Moore se gana en el ejercicio de mimetización que hacen autores como Ed Brubaker para trabajar bajo los códigos de Tom Strong.

 

Evidentemente, no podía ser otro que Moore el que cerrara una de las series más atractivas que podemos encontrar en las estanterías. El autor propone un desenlace de corte cíclico, muy en sintonía con su línea de pensamiento y que ha explorado en relatos como Promethea. Algunas de las aventuras de Tom Strong en las que se exploraban diferentes realidades o la espiritualidad inherente al propio arte, también apuntaban en esta dirección, pero es este capítulo final el que hace más evidente esta estrecha relación. Así nos invita, además, a leer y reeler Tom Strong, acompañarle en sus aventuras y descubrir nuevos detalles que quizás nos pasaron desapercibidos.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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