John Brennan (Russell Crowe) es un padre de familia que ve como su mujer (Elizabeth Banks) es detenida por un asesinato que dice no haber cometido. A partir de este momento la vida del matrimonio cambia radicalmente: ella está entre rejas y él tiene que hacerse cargo del niño. A pesar de todas las evidencias y la condena en firme, John sigue creyendo en la inocencia de su esposa, y ante la visión de futuro que supone no volver a estar con ella, se decide a hacer lo imposible por sacarla de ahí y recuperar sus vidas.
Crowe se convierte en una suerte de Quijote (mención a la novela incluida) al no aceptar la realidad que se le presenta, por muchas pruebas que haya en contra de su mujer, él tiene una fe ciega en ella y, como si fuera un caballero andante, acudirá a su rescate. La presencia del actor australiano es más que suficiente para hacernos partícipes de su tristeza, su desesperación y los dilemas que se le van presentando y que le obligan a cruzar una línea de la que no hay vuelta atrás.
Muy convincente resulta también Elizabeth Banks. A pesar de que su personaje es quien está en prisión, es la que (al menos por fuera) es la que mejor sobrelleva la situación. Con pocas palabras ambos intérpretes son capaces de mostrar todas las emociones que llevan guardadas sus personajes (algo que se ve especialmente en que al ver los ojos llorosos de Crowe, sabe que han rechazado la apelación de su caso).
Como thriller, Los próximos tres días sabe mantener al espectador involucrado en la acción en todo momento. Cierto es que las ansias de Paul Haggis de plasmar en la pantalla todo lo que aparece en el guión hacen que el resultado final se resienta un poco. El buen recuerdo que de ellos podía tener tras rodar la serie Los hermanos Donnelly es lo único que podría explicar la aparición de Olivia Wilde y Jonathan Tucker.
Sin desmerecer a ninguno de los dos, la madre soltera interpretada por Olivia podría haberse quedado en la sala montaje sin que hubiera pasado absolutamente nada. Sus escenas sólo alargan el metraje sin aportar al devenir de la trama. El cameo de Jonathan pretende reforzar (sin necesidad) la imagen de que a pesar de todo John Brennan es un buen hombre.
Sin olvidar a Liam Neeson, que con su breve aparición no dejará indiferente a nadie.
Tampoco ayuda la resolución del crimen por el que cumple condena Elizabeth Banks, el flashback con lo sucedido aquel fatídico día nos trae a la mente series como Caso Abierto o Sin Rastro. A mitad de la película es un asunto que pierde importancia en favor del plan de huída. Un final más ambiguo para dejar al público la decisión de creer o no creer en la inocencia de Lara habría sido más conveniente.
A pesar de no ser una película de acción, Los próximos tres días alcanza momentos (en la segunda mitad) de gran intensidad, con un ritmo frenético, dejando para la primera parte de la cinta, los aspectos más dramáticos de la historia. Un thriller más que apetecible.
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