Tras el gran despliegue del año pasado, con ocho películas de hasta seis distribuidoras diferentes, se nos ha hecho corto el regreso a la ‘normalidad’ que ha supuesta la cuarta edición del siempre interesante Ciclo de Cine Japonés que lleva ya un par de años celebrándose exclusivamente en los Cines Kinépolis de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Este año hemos tenido cinco películas y todas nos han llegado de la mano de Selecta Visión, una de las grandes (si no la mayor) valedoras del cine nipón en nuestro país. Tras empezar con la agradable El Amor Está en las Olas (que se estrena hoy mismo) y seguir con las mediáticas Los Niños del Mar y El Tiempo Contigo (que ya reseñamos en su momento en esta revista) en esta segunda semana el IV Ciclo de Cine Japonés se ha despedido con dos cintas tan distintas en apariencia como similares en la historia al desnudo que nos cuentan.
Y es que las dos, las tres si contamos con la última cinta de Makoto Shinkai, nos hablan de un mundo que necesita ser salvado, nos presentan a un héroe que huye (de su pasado, de sus responsabilidades, de su destino…) y a una heroína que ejerce de diosa/sacerdotisa y que es a la vez el motor y el catalizador del cambio que necesita el mundo para poder ser rescatado (interesante reflexión que no me puedo atribuir, sino que le debo a Beatrix Suárez [¡buscadla en las redes para disfrutar de su arte!], que me ha acompañado en esta edición y ha aportado su visión y reflexiones). Cambia la resolución en cada uno de estos ejemplos y cambian (¡y de qué manera!) las hechuras en cada una de las cintas, pero se mantiene esa idea tan japonesa de la humanidad como peor enemigo de la humanidad y, a la vez, único camino para su propia redención. Pero hablemos de las dos últimas cintas por separado:
Cuando pensé en reseñar The Wonderland, de Keiichi Hara, el título que me vino a la cabeza para el artículo fue el de The Great Pretender. Y es que este anime trata de ser tantas cosa (una comedia, una cinta con la magia de Ghibli, una aventura, un drama…) que se queda a medio camino de todas y no va a ninguna parte. Además, sus referencias a nivel de diseño (Ghibli y el universo de Zelda) son tan evidentes que ni tan siquiera logra conquistar por la originalidad. Uno sale del cine pensando que acaba de ver el fanfic de un novato y no la nueva cinta del director de El Verano de Coo o Colorful. Personajes planos, trama previsible y humor fallido para la que pasa, de lejos, por ser la cinta más floja de esta edición.
Human Lost tampoco es ninguna maravilla. La adaptación que han hecho de la novela de Osamu Dazai el dúo formado por Katsuyuki Motohiro y Fuminori Kizaki peca también de dejar muy claras sus referencias (Akira, Ghost in the Shell, Evangelion…) desde el principio. Pero al final terminamos por divertirnos con ella por el doble hecho de venir de una cinta que nos había dejado a prácticamente todos los asistentes fríos y que, al final, a uno le interesaba ver hacia dónde nos conducía la enrevesada trama de este hipotético Japón del futuro en el que las enfermedades han sido erradicadas y la muerte tarda más de un siglo y pico en asomarse por el retrovisor de cada humano. Si The Wonderland va enfocada a un público familiar y exhibe un tono bastante amable durante todo su metraje, Human Lost se va al otro extremo para jugar con unas imágenes muy bien trabajadas, sí, pero también descarnadas, sangrientas y crueles de principio a fin.
Termina un año más el Ciclo de Cine Japonés y volvemos a irnos a casa con la certeza de que el País del Sol Naciente tiene muchísimo por ofrecer.
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