«Habría bastado con decirle que el C-4 era turrón de Jijona«
Siempre ha sido Vegetal. Me da igual que en la reseña anterior pusiera la serie entera por las nubes, por encima de ella (y creo que sus propios autores fueron conscientes de ello) se elevó el carácter y la mala leche de un personaje condenado a soportar la estupidez de su superpoderoso congénere y la de todos los miserables humanos que se le han ido juntando desde el primer número de la colección. Vegetal superó a la versión a la que parodiaba (Vegeta siempre me pareció demasiado estirado y amargado) pasando de caricatura a personaje con entidad propia (e incluso se ocupó de responder las cartas que los fans iban mandando a los autores en su ya mítica Verdulería) Su entrada en Dragon Fall marcó un punto de inflexión, una evolución de la historia y una maduración en la manera en que Álvaro López y Nacho Fernández hacían humor que catapultó a su creación más allá de lo que nunca imaginaron.
Dragon Fall #2 contiene nuevas referencias al manganime de la época, a Disney, a las películas de acción de los 80-90… Todo ello a la vez que la historia se mantiene paralela a la que Akira Toriyama plasmó en su manga y llegando a unos límites del cachondeo bestiales. En serio, la batalla de Sosón Goku y amigos contra Vegetal es uno de los acontecimientos comiqueros más descacharrantes que podéis encontrar en español y os desafío a buscar muchos más momentos que la superen. Las subidas de fuerza de los personajes, las transformaciones, los momentos de tensión y, sobre todo, el absurdo y escatológico Yajorobáis hacen de este tomo todo un monumento al humor.
«¡Chiqrilín no hagas nada! ¡Déjale ir!«
En el fondo, más allá del talento para hacer reír (un verdadero arte), lo que hace que Dragon Fall se eleve por encima de otras muchas parodias y chistes sobre la mítica Bola de Dragón es el respeto y el amor de los autores por la serie original. Álvaro y Nacho abordaron este cómic conociendo al dedillo a caeda uno de los personajes a los que caricaturizaban y cada una de las escenas que llevaban al límite. Sólo esto explica el grado de mimetización que alcanzaron con la obra original y sólo esto explica su tremendo éxito: una horda de fans de los personajes de Toriyama se encargó de vaciar las estanterías de las librerías especializadas y de, incluso, llevar este cómic más allá de nuestras fronteras.
Dragon Fall es un cómic de otra época, una en la que podías adorar algo y reírte de ello al mismo tiempo, una alejada del fanatismo por equipos, personajes y tendencias. Es muy difícil encontrar ahora un cómic que se atreva a hacer algo semejante (lo siento, no hay el mismo espíritu en los ‘Cabezones’) y es precisamente por ello que su reedición por parte de Dolmen llega en el momento propicio. Alguien tenía que recordarnos que no hay nada en esta vida como reírse de uno mismo y de lo que nos gusta por encima de todo.
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