La editorial Nuevo Nueve, en su ánimo por sorprender en el siempre complicado mundo del cómic y -por qué no- atraer a nuevas audiencias a un sector que, como el de los videojuegos, suele encontrar problemas para consolidar el relevo generacional -el manga juega en otra liga-, ha apostado en este inicio de año -realmente finales del año pasado- por traer a nuestras librerías una adaptación de LowReader, una antología a caballo entre el terror y lo sobrenatural creada por Run, autor de la estupenda Mutafukaz (obra que contó con su propia película de animación en 2019).
Hablamos de una adaptación, porque Nuevo Nueve no se ha limitado a traducir los contenidos de la versión francesa, sino que ha jugado con el formato para que cada entrega española cuente con una historia completa y un tamaño de 17×24.5cm, algo más pequeño que el comic-book norteamericano. Así, no esperéis una traslación tal cual de los contenidos originales, sino que, por ejemplo, las tres primeras revistas españolas constituyen el primer número francés. Cada entrega, a un precio de 8€ cada una, funciona como una obra autónoma; es decir, si algún número no os interesa o solo queréis historias de un autor específico, podéis adquirir o descartar revistas a vuestro antojo.
¿Pero qué es LowReader? Como ya hemos dicho, se trata de una antología de género que recoge la tradición de las clásicas Eerie o Creepy (cuenta con su propio cicerone, de nombre Lázaro), pero con historias adaptadas a los cánones actuales y una estética grindhouse. Hay ejemplos recientes de revistas de cómics en nuestro país como la exitosa Planeta Manga o la extinta La Resistencia que publicara Dibbuks hace unos años y centrada en el cómic español y europeo.
La diferencia de LowReader es la antes comentada, cada entrega apuesta por una única historia. Contiene, además, diversos extras en forma de relatos o anuncios ficticios (como hicieron, por ejemplo, cómics como Expediente Warren: La amante o Man Eaters) que van variando en cada número, así como diferentes artículos íntimamente relacionados con la historia central. Y como extra -¿quién dice que no a un regalo?- cada revista trae la portada en forma de póster.
Este recoger la herencia de las revistas clásicas, sumado a la estética explotation y desprejuiciada de sus historias, así como la idea de que publicar una colección seriada, pero que cada entrega funciona de manera independiente, le da a LowReader un carácter único dentro del mercado actual. También de Label 619, LowReader vendría a funcionar como una secuela espiritual o un afinamiento de la malograda Doggy Bags (la edición española se cortó después de seis entregas, mientras que la francesa celebró 15 años de publicación).
El primer número, salido a finales de diciembre, traía la historia She-wolf & Cub, de Florent Maudoux. Ya podéis imaginar por donde van los tiros… sobre todo si vemos el nombre de su protagonista (aparece en la propia portada), Masiko. Hombres (mujeres) lobo y uno de los mejores personajes del universo de Freaks’ Squeele. Quizá no sea la mejor carta de presentación de LowReader para lectores neófitos, pero la historia funciona francamente bien sin conocer el contexto de su protagonista y desde las primeras páginas hace honor al espíritu de una publicación que abraza el género desde su perspectiva más lúdica. Amantes de la serie B y los monstruos, esta va por vosotros.
Más serio es el segundo número, Mr. Sato, firmado por Run y Singelin. Un relato crudo, que abandona lo fantástico y aboga por un horror mucho más crudo y terrenal, pero no exento de moraleja. Que el artículo inicial no os desubique, todo en la revista tiene una intención. Su fecha de salida, finales de enero.
Y en febrero llega el rock con Devil’s Key de Mud y Ghisalberti. De nuevo un acercamiento al terror desde el lado más festivo y juguetón, quizá sea la historia que mejor interpreta las antiguas revistas de género o -más acertadamente- de la televisiva Historias de la cripta y el morbo que siempre desatan en el público, porque no hay nada como ver el (divertido) sufrimiento de unos personajes víctimas de sí mismos y con un desenlace tan perverso como «justo» con ellos.
Deja un comentario: