Este cuarto tomo de la Biblioteca Marvel que Panini Cómics está dedicando a la Patrulla-X llega hasta agosto de 1966 con un puñado de historias, que si bien no hacen gala del nivel de anteriores aventuras de Xavier y sus pupilos, siguen siendo un digno entretenimiento que además suponen un pedazo de historia comiquera.

«El bueno de Cíclope… ¡siempre un ejemplo de optimismo!»

Este volumen marca la llegada de Roy Thomas a la colección en calidad de guionista, sustituyendo nada menos que al omnipresente Stan Lee, quien seguiría teniendo cierto control en su calidad de editor. Eso sí, estamos lejos del legendario Roy Thomas que todos conocemos.

Quizá el valor diferencial del puñado de historias que tenemos entre manos, al margen de cuestiones editoriales como el citado aterrizaje de Thomas, radica en la presentación de Mímico, villano de trayectoria irregular pero que -a diferencia de otros tantos de la misma época- ha sabido sobrevivir llegando hasta nuestros días (importante fue su participación en Exterminio, último gran evento mutante antes de la era krakoana). En estas páginas asistimos a su historia de origen y primer enfrentamiento contra una Patrulla-X a la que sus poderes miméticos (dado su nombre no hay peligro de confusión) logran pillar desprevenidos.

Este podría ser el leitmotiv (más por casualidad que causalidad) del puñado de aventuras aquí recogidas. De una u otra forma, muchas de las amenazas a las que han de combatir Cíclope y compañía tienden a imitarles. Ya sea como Mímico, emulando sus poderes y usándolos en su contra, o como La Mole, quien, en compañía de otro sospechoso habitual de la franquicia, se hace con un uniforme de la Patrulla-X para hacer maldades en su nombre. Por imitar, incluso el mismísimo Magneto (que en estos días no era más que otro recurrente villano de opereta) acude a estrategias que implican imitar a los mutantes.

Como hipótesis, es posible que estas aventuras supusieran el germen al punto de inflexión que convertiría al homo superior en una especie odiada y temida por la humanidad. Hasta entonces, sí, había algún comentario acerca del peligro de los mutantes. Pero también había alusiones así en series como Spiderman o, incluso, Los 4 Fantásticos. No era algo que tuviera la apariencia de definitorio. En estas historias, sin embargo, el que hubiera tantos «mutantes» malvados y que buscaran que se les relacionara con la Patrulla-X empezó a cambiar el sentido de la opinión pública, siendo cada vez más común que la gente viera a nuestros protagonistas como un peligro y no como los héroes que venían siendo hasta entonces.

Quien sabe, esto será algo que iremos descubriendo a medida que avancemos en nuestro recorrido histórico en la franquicia.

Este cuarto tomo, además, revela cómo Charles Xavier quedó postrado en una silla de ruedas y marca otro punto de conexión con el resto del universo Marvel acudiendo a algunos villanos presentados en Iron Man. Ya desde sus inicios había una intencionalidad de conformar un cosmos unificado entre las diferentes colecciones marvelitas.