A veces la nostalgia nos juega malas pasadas. Atesoramos recuerdos que sobrevaloran experiencias o que omiten las que han sido insatisfactorias. A esta primigenia Patrulla-X que viene recuperando Panini Cómics dentro de su Biblioteca Marvel le sucede un tanto de esto. Roy Thomas, autor capital para el cómic anglosajón, no estuvo especialmente inspirado en las historias que aquí nos ocupan.
“Creo que estaré más seguro si llevo esta maza de hielo”
Y es que el quinto volumen de la colección da comienzo con dos villanos infames como pocos. Hasta los nombres elegidos nos hacen arquear la ceja: Langosta y el Tigre. La gracia de estos capítulos, como señala el texto que abre el tomo, es comprobar cómo el interés de Thomas por el explotation y la serie b de la época se traslada a unas aventuras que sumergen a la todavía inexperta Patrulla-X en los tropos de la ciencia ficción o las aventuras fantásticas, habituales en una época marcada por la amenaza atómica de la URSS (la guerra fría) o el aún romantizado interés por los exploradores y los secretos de las civilizaciones pre-coloniales.
Más allá de eso, la primera parte del tomo puede hacerse muy cuesta arriba. La situación mejora (aunque en general siguen siendo unas historias que nos han llevado bien el paso de los años) cuando se recuperan personajes como Mímico (que aporta una interesante dinámica al grupo). Parte de la culpa del desinterés que despiertan estas aventuras, al margen de los argumentos rutinarios y conflictos redundantes (la autoflagelación constante de Cíclope termina por ser molesta), la encontramos en la enorme ascendencia de Stan Lee, que aunque ejerce de editor, tiene todavía atada muy en corto a la serie, realizando injerencias aquí y allá que, quizás, coartasen las ambiciones de Thomas.
Aún así, no olvidamos el interés histórico de unos cómics que no hacen sino narrar los primeros pasos de un Universo Marvel aún salvaje y del que en cualquier momento y lugar podía surgir (y surgía) una nueva chispa que marcaría las siguientes décadas.
Y también un universo que aún sin verdadera profundidad, ya jugaba con el concepto de cosmos compartido. Así, por ejemplo, vemos que Jean Grey empieza a estudiar en la misma universidad que Johnny Storm, a Spiderman adelantarse a Hank y Bobby (que lejos parece ahora esa estrechísima amistad de los primeros años, ¿eh?) en la captura de unos ladrones, o al Amo de Marionetas intentando incordiar sin éxito. Así mismo, la resolución del conflicto con el Superadaptoide tiene un punto irónico y sorprendente que nos recuerda que hasta en sus días malos Roy Thomas seguía siendo uno de los mejores.
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