La Biblioteca Marvel de Panini Cómics avanza con el sexto volumen dedicado a la Patrulla-X escrita por Roy Thomas y dibujada por Werner Roth, quienes siguen sin encontrar el punto a la serie y los personajes, aunque de tanto en tanto dan con conceptos y situaciones a la altura del legado de la colección. Sin embargo, la sensación general que trasciende de esta lectura es muy similar a la del tomo anterior: aventuras poco inspiradas y presentación de villanos realmente malos, que no malvados.
«¡Contemplad los círculos escarlata de la muerte!»
Quizás el principal problema, pensando sobre todo en colecciones como Spiderman o Los 4 Fantásticos (por acotarnos a las otras que estamos cubriendo en la revista), está en que no hay un verdadero desarrollo de los personajes o de la mitología que los envuelve. Hay un abuso de relleno y de relatos que no tienen mayor recorrido que el de las 24 páginas del capítulo que les compete. Imaginad cualquier serie animada tipo y eso es lo que, por el momento, ofrece Thomas con su Patrulla-X. Episodios en los que apenas hay crecimiento de los personajes o la trama de fondo y que son fácilmente intercambiables entre sí. Si el capítulo dedicado al Brujo (otro villano para olvidar) hubiera abierto el tomo #5 y no este, no habría pasado nada.
En los otros ejemplos citados, con mayor o menor fortuna, hay una intención evidente de hacer evolucionar situaciones y personajes. Thomas, por un malentendido respeto al trabajo previo de Lee y Kirby o porque no se siente del todo cómodo, parece querer tocar lo menos posible. Y esto a la larga termina siendo contraproducente. Pero claro, la nostalgia sigue siendo un factor importante, máxime en series clásicas como esta, y a poco que Scott y Jean intercambian unas palabras en su aún no declarada relación o vemos a Bobby cual galán desconocedor de su futuro LGBTI, tendemos a olvidar que han pasado más de 50 años y tanto el público como la forma de escribir tebeos ha cambiado un mundo.
Cuando el guionista se atreve a proponer cosas y a jugar es cuando la cabecera gana enteros. Y en este tomo tenemos un buen ejemplo de ello. Con una organización villanesca llamada Factor Tres maquinando de fondo (pero muy de fondo), Roth y Thomas traen de vuelta a Juggernaut y deciden contarnos su origen, jugando con dimensiones alternativas a la nuestra y trayendo un pedacito de la mitología de Doctor Extraño. Estos primeros cómics Marvel, ante la falta de una profundidad en el desarrollo y tratamiento de los personajes (los matices y los grises no eran lo que son hoy día), se disfrutan y divierten en la medida que van creando conceptos y hacen crecer este aún prematuro universo Marvel. Y es ahí donde esta Patrulla-X todavía no consigue despuntar. Por suerte, como bien sabemos, lo mejor aún está por llegar.
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