Somos testigos del final de un crossover que deja más consecuencias que buenos momentos en la retina del lector.
«El último hijo de Thanos está en la Tierra«
Todo alcanza su final e Infinito llega a su punto y seguido tras seis capítulos principales y alrededor de una docena de capítulos repartidos entre Vengadores, Nuevos Vengadores y las cortas apariciones de otras cinco o seis series marvelitas. Es el momento de analizar el evento en su conjunto y de ver qué se nos ha ofrecido y qué se nos ha hecho tragar en el primer crossover serio de la nueva etapa de la editorial.
Si nos remitimos a los efectos de este cruce, nos encontramos con un universo mucho más abierto que nunca a su exploración por parte de héroes tradicionalmente anclados a la Tierra y absolutamente preparado para las aventuras interestelares de los Guardianes de la Galaxia y, atrevámonos a aventurar lo imposible, multitud de jedis, ewoks y demás razas ahora que Disney ha engullido a Lucasfilm y los cómics de Star Wars han dado el salto de Dark Horse a la Casa de las Ideas.
Por otra parte, la Tierra se encuentra en una situación que nunca antes se había dado que es la de que la humanidad se encuentre igualada (y quién sabe si no superada) por una subraza hasta ahora en un discreto segundo plano y que ahora va a protagonizar una auténtica revolución. La bomba terrígena de Rayo Negro ha creado un nuevo paisaje para la humanidad completamente distinto al que estamos acostumbrados. De hecho, y si las cosas se llevan bien, las posibilidades de la situación actual en el universo Marvel son infinitas (o al menos hasta que llegue el previsible evento dramático que vuelva a diezmar a los Inhumanos) y plantean una situación muy cercana a la ciencia ficción, pero con ese poso de realidad inmediata que tanto gusta en Marvel y que aún más disfrutamos los lectores. Porque, ¿qué es más cercano a nosotros que el que un grupo social de la noche a la mañana se vea inmerso en una situación que no ha elegido y de la que no puede escapar? Dependiendo del autor, el tema de los Inhumanos puede abarcar desde la crisis y los desahucios hasta la primavera árabe pasando por los ya manidos temas de la marginación y la exclusión social.
«Más grande de lo que su padre jamás habría soñado con ser«
Ahora bien, si los efectos de Infinito han sido de los de toma pan y moja, no así ha sido la conclusión del evento. Tras meses viendo como los Héroes más Poderosos de la Tierra se partían la cara con los Constructores en una batalla que debía decidir el destino del universo uno esperaría que la batalla final por la Tierra sería algo digno de recordar y no un cruce de puñetazos que termine de la manera más pintoresca y descabellada posible. Al final de tanto bombo y platillo y tanta secuencia cinematográfica nos quedamos con una situación que, por plantar las semillas de nuevas sagas, no termina de convencer por su desarrollo ni por su resultado.
La pelea en sí no está nada mal. Hickman se las apaña para (como en toda buena película) hacer que los buenos lleguen a la vez a sus diferentes puestos para asestar los golpes necesarios y definitivos que hagan tambalearse (y caer) a los integrantes de la Orden Negra (¿a todos? Eso habréis de leerlo). Queda claro también que algo habrá que hacer tras este evento con toda la caterva de nuevos personajes que se nos han planteado, sobre todo con el poderoso nuevo Marca Estelar (no confundir con su versión de los 80) y con Máscara Nocturna, esa especie de maestro jedi negro (¡también originario de los 80!) que le está enseñando a ser un buen héroe de acción.
«Los cementerios están sembrados de muertos que perecieron creyendo que no morirían«
Por último, y no menos importante, queda aún abierto todo el tema de las colisiones entre distintas realidades. El motor de Los Nuevos Vengadores sigue ahí, hundiendo mentalmente a sus protagonistas a la par que deben de lidiar con otra de las consecuencias de este crossover y que no es otra que la destrucción de dos de las naciones más poderosas del universo Marvel. Volvamos la vista atrás: El año pasado, imbuido en el poder del Fénix y espoleado por una Emma Frost más diabólica que nunca, Namor inundó y arrasó la nación tecnológica de Wakanda. Al principio de Infinito vimos como Pantera Negra dirigía la reconstrucción de su reino… Pero también vimos como, sumidas en el fervor de la venganza, las tropas de Wakanda atacaban una desprotegida Atlantis que, en una escalada de violencia y represalias, enviaba contra los súbditos del país africano al grueso de los efectivos de Thanos (vale, esto no es propiamente de Infinito, pero la lectura del crossover se ha tornado imposible sin el apoyo de Vengadores y Nuevos Vengadores). La tarea ahora de Namor y Pantera Negra es la de admitir sus errores, tratar de hacer las paces y reconstruir, antes de que sea demasiado tarde, sus maltrechos reinos.
Y de fondo tendremos a los Ex Nihili lamiéndose las heridas y tratando de crear un hogar al que llamar propio tras centurias bajo la bota de los Constructores, a los Shi’Ar en busca de la gloria perdida, los Acusadores y los Skrull volviendo por sus fueros, a los habitantes de la Zona Negativa preparándose para conquistar y aniquilar y… no conviene desvelar todas las sorpresas. Lo cierto es que Infinito #4 cierra una saga que ha sido verdaderamente agradable de seguir y que, pese a este tropiezo final, plantea una serie de conceptos y nuevas situaciones que nos van a tener pegados a los cómics Marvel durante, al menos, todo el año que viene.
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