La serie que Jason Aaron convirtió en referente para la franquicia mutante se prepara para volar en solitario.
«Puede que, incluso… eche de menos la Tierra«
Se acabó la Batalla del Átomo y toca acostumbrarse a la rutina escolar en… ¡Un momento! ¡¿Es que nadie se acuerda del único e irrepetible Kid Gladiator?! ¡Rápido! ¡Busquemos una excusa para volver a poner a Kubark donde se merece!
Jason Aaron siempre ha sentido un cariño especial por el hijo de la cabeza de los Shi’ar y su marcha de la cabecera, espoleado por los sucesos de Los Vengadores vs. la Patrulla-X siempre nos supo más a un «hasta luego» que a un adiós definitivo. En Infinito Aaron encuentra el escenario perfecto para volver sobre el personaje, hacerlo madurar a golpe de puñetazo cósmico y, aprovechando la nueva amistad forjada entre los Shi’ar y los Vengadores, devolver al personaje a una escuela que va a encontrar muy cambiada por diversos motivos. El primero de ellos pasa directamente por los alumnos: Kubark abandonó la Tierra antes de que Nydo fuera disparado y se pasase buena parte del último curso en coma, se fue antes de que Idie y Quentin Quire se unieran a la Academia del Fuego Infernal y se ha perdido, como no, la incorporación de los nuevos mutantes (y los mutantes descarriados y los del futuro y del pasado…) al plantel de alumnos del instituto.
Kid Gladiator ha llegado también justo para contemplar en primera persona el traspaso de poderes entre Jason Aaron y Jason Latour. El primero se nos va para centrarse en su nueva y brillante etapa al frente de La Asombrosa Patrulla-X de Lobezno y Rondador Nocturno mientras que el segundo viene de cerrar la colección de Soldado de Invierno (esa que, como ya os comenté al hablar del nuevo tomo de Capitán América, creó el gran Ed Brubaker). Es de esperar que a manos de este autor (muy del gusto de Aaron, con quien ya colaboró en Lobezno: Japan’s most Wanted) la serie se oscurezca un tanto y pierda algo del inconfundible humor de su guionista actual. Pero aún es pronto para las hipótesis ya que en España no veremos a Latour (acompañado de Mahmud Asrar, nuevo cambio de dibujo…) hasta junio de este año y su entrada promete, entre otros, el retorno de Armadura y de Fantomex.
«No son gente, son mutantes«
Al margen de todo esto Lobezno y la Patrulla-X #21 nos ofrece una visión única del conflicto que acaba de terminar en la Casa de las Ideas desde los ojos de un adolescente agobiado bajo la imponente sombra de su padre y obsesionado por demostrar su valía y, sobre todo, su identidad e independencia. Estos dos últimos rasgos, aprendidos durante sus meses de convivencia con los mutantes del Instituto Jean Grey, son los que el propio Kubark sentirá más profundamente en su residencia forzada en la Escuela de la Guardia Imperial. El cómic, una historia autoconclusiva, gira en torno al descubrimiento de sus deseos más profundos y la determinación subsiguiente de seguirlos hasta sus últimas consecuencias. Antes he dicho que Kubark llega a un instituto muy cambiado, pero también él llegará muy distinto a como era cuando le vimos partir.
El siguiente número avanza un poco más adelante en el tiempo para ponernos en la piel de dos nuevos estudiantes del instituto regentado por Logan que son bastante más de lo que aparentan y que le sirven al autor para seguir ahondando más en la trama de Mística/Dazzler y plantarnos una nueva saga con la que se despedirá a lo grande de la cabecera y en la que, presumiblemente, los alumnos van a volver a disfrutar del protagonismo que Jason Aaron siempre ha querido para ellos. Lo estupendo de este doble capítulo (Lobezno y la Patrulla-X #22 engloba a los números #38 y 39 norteamericanos) es que nos presenta una visión alegre y divertida del día a día del instituto sin renunciar a plantearnos futuros dramas a corto, medio y largo plazo. Los paseos de Carapulpo y Tri-Joey por los pasillos de la academia nos muestran hasta qué punto Lobezno ha sabido transmitir el sueño de Charles Xavier a todos y cada uno de los habitantes de las instalaciones del condado de Wetchester. Este cómic consigue que uno se sienta deseoso de ver en qué evolucionan los alumnos del Instituto Jean Grey y no deja de ser una mirada optimista sobre los cómics de mutantes de la próxima década.
«Esto nuestro no se ha acabado Scott«
Y, de fondo, tenemos una aventura en la que Cíclope y Lobezno se verán obligados a participar juntos. El relato es la excusa de Aaron para que ambos personajes se evalúen y tengan oportunidad de ver cómo les ha ido la vida a cada uno tras ese Cisma que tan lejano se nos antoja ahora. La solución al profundo desacuerdo entre estos dos personajes es una tarea que quedará pendiente para Latour y Brian Michael Bendis y sus respectivas cabeceras, pero sorprende, al verlos juntos, lo cercano de sus posturas pese a su evidente distanciamiento. La muerte de Xavier parece ser ahora mismo la única roca en el camino a la, no reconciliación, pero sí coexistencia de ambos líderes y el cómo limar asperezas sin que medie una resurrección oportuna puede que tenga en esta breve colaboración su línea de salida, aunque constatarlo deberemos esperar al número de abril de la colección.
Con esta nueva saga que comienza ahora se levantan los aires del cambio de guardia al frente de Lobezno y la Patrulla-X. Los lectores nos quedamos con 24 números (42 americanos) en los que Jason Aaron ha contado lo que ha querido y como ha querido y con los que se ha reivindicado el papel de los mutantes en el universo Marvel con una fuerza que permanece en quienes han recogido el testigo (siendo Bendis uno de ellos). Los tres números que quedan nos prometen un sinfín de nuevas sorpresas y a buen seguro condicionarán los primeros pasos de Latour al frente de la colección. Lobezno y la Patrulla-X vuelve a ser, como ya lo fue hace 22 números la serie que más ganas deja en el lector por leer el siguiente número. Gracias Jason.
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