Los Nuevos Vengadores #34-36: No sin mi Infinito

Los Nuevos Vengadores
Repasamos los últimos números de Los Nuevos Vengadores (y de Los Vengadores) vindulados a Infinito.

Si algo podemos sacar en claro del presente evento Marvel es que Jonathan Hickman disfruta haciendo sufrir a nuestros protagonistas: ya sea llevándolos al espacio profundo a una guerra que no pueden vencer, o enfrentándoles a una posición en la que deben convertirse en verdaderos matamundos. Nadie dijo que la vida del héroe fuera sencilla.

Infinito, más que provocar un paréntesis en Los Nuevos Vengadores (como por ejemplo con las cabeceras mutantes en La batalla del átomo), lo que ha hecho ha sido aumentar el número de problemas y conflictos que deben resolver los Iluminati. Ya no solo han de lidiar con las incursiones o con las consecuencias de VvX (disputa Wakanda-Atlantis), sino que deben encontrar una de las gemas del infinito y luchas contra Thanos, que además de sus deseos habituales de destrucción, tiene a los Inhumanos entre ceja y ceja. Lo que ha provocado el crossover, con esta cantidad de frentes, es que la historia empiece a generar demasiadas ramificaciones, desviándose por momentos de la trama principal y empobreciendo otras tantas. Además de resultar obligatorio, a medida que el evento ha ido avanzando, leer la serie central para no perderse (Los Nuevos Vengadores #36 es, directamente, el epílogo de Infinito). Hickman consigue arrastrar a sus lectores al evento, quieran o no. Es seguir los acontecimientos o renunciar a la serie. Y escribe tan bien, que renunciar no es una opción.

Los Nuevos Vengadores

LNV #34 enlaza con lo que acontece en Infinito #2, dejando de lado las incursiones y las gemas del infinito (importancia presentada en el cuaderno anterior) para girar en torno a la cuestión inhumana y presentar a Thane, el hijo de Thanos, personaje capital en la historia. Hickman explora los orígenes del pueblo de Rayo Negro y usa estos para explicar el destino de Thane y porque su padre está emperrado en atacar La Tierra. Sí, obviamente, su vástago vive entre nosotros y la obsesión del tirano espacial es lo que enlaza el crossover con el tomo de Jason Aaron centrado en el personaje.

En LNV #35, mientras los Iluminati hacen frente a una nueva incursión, en Wakanda Thanos descubre los terribles secretos que estos guardan y a su misteriosa prisionera. Por si fuera poco, asistimos a la visión de la explosión de la bomba terrígena (cuyas consecuencias se exploran en Vengadores ¡reuníos! #17 y que evocan a la premisa planteada por Alex Ross y Jim Krueger en su afamada Tierra X). Como adelantaba al principio del artículo, son muchas las tramas que se abordan y aunque Hickman le pone todo su empeño, es inevitable pensar que, quizás, la empresa está siendo demasiado grande y se van a quedar cosas por el camino.

Una sensación que se disipa, en parte, en LNV #36 (grapa que hay que leer obligatoriamente tras Los Vengadores #37 e Infinito #4). La acción y disparidad de escenarios de los números anteriores desaparece y casi todo se concentra en la Necrópolis de Wakanda. La colección recupera el tono sombrío con el que comenzó el evento en LNV #32 y juzga a sus personajes (especialmente a Pantera Negra, que descubre que está más cerca de Namor de lo que cree), además de presentar un futuro nada halagüeño. Cisne Negro vuelve a ser uno de los personajes sobre los que pivota la serie y, solventadas las batallas contra Thanos y los Constructores, el choque entre mundos de distintas realidades, las incursiones con las que se inició esta etapa de la cabecera vuelven al primer plano de importancia.

En boca de Cisne Negro Jonathan Hickman nos hace una advertencia: lo que hemos visto hasta ahora no es nada, son «juegos infantiles» comparado con lo que se avecina. Ansiosos estamos.

Los Vengadores #36-37

El contrapunto a los grandes diálogos y al tremendismo implícito en las decisiones que han de tomar los Iluminati, en Los Vengadores Hickman saca su lado más juguetón, enfrentando a nuestros héroes en cruentas batallas por la supervivencia de La Tierra. Invasiones alienígenas, naves espaciales, el Capitán América haciendo de símbolo y aglutinador… la semilla para la futura Vengadores Mundiales está en estas páginas.

A nivel de historia, las grapas de Los Vengadores podría decirse que son las que menos impacto tienen en el evento. Y es que aún siendo muy entretenidas, carecen del peso tanto de la serie central como de LNV. Aquí se desarrollan las tramas referentes a Marca Estelar o las hasta hace poco imposibles alianzas con los Kree o los Skrulls, pero en su relevancia prima lo anecdótico. Igual que en LNV el autor se esmera en dar una profundidad a los personajes y el conflicto (aunque en ocasiones se vaya por las ramas), la sensación de Los Vengadores es la de estar asistiendo a un blockbuster, con lo bueno y lo malo que ello conlleva. Un cómic palomitero para un evento que pretendía ser algo más. Para generar esta sensación en el lector, es determinante el último cuaderno (LV #37), que funciona como un mero puente entre Infinito #3 y #4.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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