El Asombroso Spiderman

El Asombroso Spiderman #21-22 (#230-231): Lo mejor y lo peor

El Asombroso SpidermanTras el fiasco de boda, Spiderman tiene que atender a otros compromisos igual de problemáticos. Panini Cómics inicia en esta doble ración de capítulos de la grapa El Asombroso Spiderman el interesantísimo arco argumental La última cacería de Spiderman. Sí, sí, aquí Kraven es la presa.

 

«Vete, Kraven, caza«

 

Pero antes, ¡ay! Erica Schultz nos ofrece uno de los peores relatos que hemos leído en la cabecera en los últimos años, a la altura de la inefable Don divino en tiempos previos a Civil War II y de la que es mejor recordar lo menos posible. La autora de Spiderman: Hallow’s Eve recupera a su protagonista en una historia que podría considerarse un epílogo del epílogo de Red Oscura, pues tiene por objetivo cortar cualquier lazo que pudiera quedar entre Abismo y Hallow’s Eve con nuestro trepamuros.

 

Tiene sentido de cara a hipotéticas continuaciones de la miniserie de Janine Godbe, para liberarla de lazos con la cabecera principal y para que pueda recorrer el camino de la villanía al heroísmo según sus propios términos. ¿El problema? Que Schultz parece no haberse leído nunca un cómic de Spiderman y sus intervenciones resultan bastante bochornosas. Lo planta en medio de una trama que ni le va ni le viene y le pone a soltar chistes y tonterías. ¿Por qué? Porque es Spiderman, y Spiderman dice cosas graciosas.

 

Pero como apuntamos en el título, en esta doble ración tenemos tanto lo peor, como lo mejor. Y lo mejor llega con Zeb Wells y Patrick Gleason, quienes inician el citado arco La última cacería de Spiderman. Kraven y la Reina Duende (Ashley Kafka, no Madeline Pryor) se alían para purificar y dar caza al otrora Duende, Norman Osborn. Pero las cosas no salen como habían previsto y acaban enfrentándose a un desquiciado Spiderman que recupera para la ocasión su traje negro.

 

Estableciendo mil y un puntos de contacto con La última cacería de Kraven, a la que homenajea y versiona en esta suerte de secuela perversa, Gleason y Wells apuestan por una historia prácticamente de terror en la que los cazadores son las presas y las viejas heridas vuelven a sangrar con odio y violencia. Acompañada de un buen texto que ayude a contextualizar el momento (este Kraven no es Kraven, sino su hijo; Norman es un duende, pero dorado; MJ está con otro que no es Peter…) este arco apunta a lectura obligatoria al margen de la actual etapa del trepamuros.

 

Wells demuestra que cuando se centra en lo que debe y escribe relatos que encajan con el entorno y dinámicas del personaje puede escribir aventuras muy emocionantes.

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