«La suya no era la mano que quería coger cuando muriera, Sr. Fisk«

Voy a mi despacho, enciendo el ordenador y abro el navegador para preparar la siguiente reseña para La Noche Americana y… ¿qué me encuentro? A un tipo despreciable que se acostó con una actriz porno a espaldas de su mujer y luego trató de taparlo todo con dinero de dudosa procedencia gritándole a las cámaras que vive en un estado fascista. Porque en un estado libre y feliz cualquiera puede acostarse con la actriz porno que quiera. Y las esposas de cada uno deben de entenderlo: uno no llega a ser rico y poderoso respetando a la gente, mucho menos a la cercana. Sin embargo, un estado fascista cree en valores tan arcaicos y pasados de moda como la justicia, la verdad, los derechos y los deberes… Y la igualdad: esa palabra que gente como este pedazo de hez con brazos y piernas nunca terminará por comprender.

Y es que esa es la magia del fascismo New Age que nos invade. Que todo vale, menos lo que lo haga tambalearse. Que la justicia está muy bien siempre que se la pueda manipular para enrarecer el ambiente (con mil causas y demandas que luego se desvanecen en el aire), que las leyes están hechas para controlar al populacho, para que no haga cosas locas que puedan llevarle a igualar la balanza entre los que son demasiado ricos y los que no tienen qué llevarse a la boca. Que la libertad de prensa es la leche… siempre y cuando sirva para verter toneladas de desinformación a diestro y siniestro, convenciéndonos de que si salimos a comprar el pan okuparán nuestras casas y que si no nos podemos permitir una vivienda es porque comemos demasiados aguacates y no porque cinco hijos de mil padres aglutinan la gran mayoría de los pisos vacíos de las grandes ciudades en su poder.

«Esta bandera era el símbolo de una nación de hombres, y es el Gobierno el que ha decepcionado a la humanidad«

Seguramente estéis pensando que a qué ha venido eso de ponerme tan punki. Pero es que Gerry Duggan, en el Imposibles Vengadores #5 (#66): Caída de X que acaba de publicar Panini, nos invita a que pensemos así. En el número anterior averiguábamos quién se escondía tras la máscara del Capitán Krakoa y en esta entrega vemos no sólo hasta dónde está dispuesto a llegar, sino la enorme cantidad de partidarios que tiene un Capitán América Nazi en un mundo que parece haber olvidado por completo los riesgos de entregarse a los fanáticos y a los descerebrados. Vivimos una época muy jodida, sí, pero aquellos que nos ofrecen las soluciones más fáciles suelen ser los que buscan aprovecharse de nosotros. Aquellos que apuestan por el odio son quienes primero venderán hasta a sus propias madres por un pedacito de poder en un mundo desmoronado.

Imposibles Vengadores #5 (#66): Caída de X

Me deja un sabor agridulce esta última entrega de Imposibles Vengadores. Primero porque en cuanto ha echado a rodar se ha convertido en un éxito imparable. Y segundo porque el mensaje que lanza es terriblemente pesimista. Dando por hecho que es imposible derrotar completamente a esta clase de ideologías que están intoxicando a la sociedad. Imposibles Vengadores, además, deja abiertos algunos temas (intuyo que para las series que van a cerrar la Era de Krakoa) y pone a sus personajes en nuevas dinámicas que me habría encantado poder explorar con más calma. Ojalá esta no sea la última vez en mucho tiempo en que vemos reunirse a este grupo a las órdenes de Steve Rogers.