Punisher: El Efecto Omega

Punisher. El Efecto Omega: De más a menos

Punisher: El Efecto Omega«Un Punisher, una… ¿Punishini? ¿Punishella?«

 

Greg Rucka es uno de esos guionistas que saben dónde estar y cuándo. Ha colaborado en eventos como Spider Island o la serie 52 y Marvel suele confiar en él para miniseries aquí y allá a través de las cuales este escritor ha entrado en contacto con la práctica totalidad de los personajes de peso dentro de la editorial. Mark Waid, por su parte, precisa de poca introducción. Tanto DC como Marvel se lo han disputado desde el principio de su carrera, que nos ha dado largas y prósperas etapas en Flash, Spiderman, Daredevil… La unión de ambas cabezas pensantes parecía presagiar una brillante historia bajo el título de El Efecto Omega. Y la verdad es que la cosa empieza muy bien, pero los guionistas no han logrado frenar a tiempo y el cómic se tira un buen rato derrapando antes de detenerse en la línea de salida.

 

Quizás sea el hecho de que tantos cómics de X-Men y de Los Vengadores me han acostumbrado a disfrutar del juego en equipo, pero la razón de que El Efecto Omega comience con tan buen pie no es otra que el fantástico equipo que forman Spidey, Daredevil y Punisher. A los dos primeros ya los hemos visto colaborar en multitud de ocasiones, pero esta terna es lo bastante insólita como para, al menos, despertar nuestro interés. El amor a la vida y la simpatía del trepamuros encajan a la perfección con la solemnidad del Hombre sin Miedo y con el expeditivo Frank Castle. La tensión que surge de las distintas formas de ver la vida que tienen los tres personajes es la justa como para que el cómic nos mantenga alerta, pero no tanta como para que los diálogos se limiten a estar compuestos por gritos y reproches. Entre medias un curioso McGuffin que despierta el interés de un número alarmante de villanos y una compañera para Punisher que… pinta bien poco.

 

Sin recochineo: ¿Alguien ve a la sargento Cole en la portada? Yo tampoco. La compañera de Punisher es responsable de la segunda trama sobre la que se vertebra el nuevo tomo de la colección de Punisher que está publicando Panini, pero su paso por las páginas del Castigador es más bien anecdótico y sobre sus hombros recaen la mayor parte de los defectos del cómic.

 

Punisher: El Efecto Omega
La sangre, rojísima y algo ortopédica, es otro de los puntos flacos del cómic

 

«Un soldado distraído es un soldado muerto«

 

Vale que se le quiera dar a Punisher una contrapartida femenina. Hulka ha tenido grandes momentos en la Casa de las Ideas, la Ojo de Halcón de los Jóvenes Vengadores es una chica de armas tomar, Spiderwoman es… bueno, Spiderwoman va un poco a su rollo, pero ya me entendéis. El caso es que la sargento Cole podría haber funcionado si se la hubiera dado la oportunidad de volar en solitario (o al menos en otro equipo), pero al compartir cartel con el personaje original queda eclipsada durante la mayor parte del tiempo. Sin embargo, el mayor problema lo representa el hecho de que su salida de la trama se podría haber producido en el tercer capítulo de la historia y, sin embargo, Waid y Rucka la mantienen hasta el final de los nueve capítulos que componen el tomo a fuerza de demonizar a Frank Castle hasta niveles que llegan a cruzar la fina línea que separa al antihéroe del simple y llano villano.

 

No puedo negarlo. Disfruté mucho más con el despiadado y loco Castigador de Punisher MAX: Noche de Paz que con este soldado barbudo capaz de mostrarse conciliador con Daredevil en una viñeta y darle una paliza de muerte a su compañera en la siguiente (niños, no hagáis esto en casa), pero para gustos los colores. Panini completa el tomo con las habituales portadas oficiales y alternativas (muy buenas estas últimas) y una introducción de Julián M. Clemente que nos habla de los distintos Punishers en función de sus relaciones con el resto de héroes del universo Marvel.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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