Como ya apuntamos en el artículo referido al primer número de Rey de Negro, Donny Cates y Ryan Stegman no tienen tiempo para los rezagados y abordan la segunda entrega de la miniserie publicada por Panini Cómics cargando aún más si cabe la dramática acción que está llevando a La Tierra al límite de sus fuerzas.

«Ya estoy harto de tu insolencia.»

Nuevamente estamos ante una etrega doble (recoge los capítulos dos y tres de la edición norteamericana) que no suelta el acelerador en ningún momento. Cuanto más pase, mejor. Con Eddie Brock en fuera de juego tras lo ocurrido al final del primer número, el protagonismo se lo reparten su hijo Dylan y Spiderman, quien no puede evitar estar cerca cuando la cosa va de simbiontes. De nuevo, las referencias a Matanza Absoluta se hacen notar y el pequeño Dylan apunta a figura clave de la aventura, aunque cuesta saber si tendrá recorrido más allá de estas páginas.

Junto a ellos, encontramos sonadas apariciones de Thor o Namor. La pareja creativa utiliza toda la potencia de fuego a su alcance y no duda en acudir a todo personaje que se les ocurre. El cómic está concebido como un divertimento en el que -en la senda de lo que construyó Cullen Bunn con su Universo Veneno y secuelas- la historia es lo de menos, una excusa para que los principales personajes de la editorial se den de mamporros entre ellos, Nueva York se vista de apocalpsis y unos cuantos personajes presenten versiones «venenizadas» de sí mismos. Escenario ideal para que Stegman se desmelene (¡y de qué manera!) con algunas viñetas que pasarán a formar parte de los sueños húmedos de muchos fans.

La fiesta de despedida de Cates al frente de Veneno se está haciendo notar para bien y para mal. El autor no está regalando una aventura sumamente entretenida, pero que no tiene visos de perdurar en el tiempo. Lo descubriremos muy pronto en la tercera y última entrega de Rey de Negro.