Fences

Fences: Puro teatro

La cultura teatral de este país es, por desgracia, nula y las carteleras de los escenarios nacionales están llenas de montajes de éxitos musicales para espectadores de Tomelloso, comedietas dignas de una sitcom de telecinco o revolucionarios montajes de los clásicos castellanos donde en algún momento de la función un actor ha de desnudarse sin venir a cuento. Es por esto que muchos fanáticos del teatro se agarran a un palo ardiendo en cuanto se estrena una adaptación medianamente digna porque, de alguna manera y más allá de su calidad como película, sirve de acercamiento a piezas que nunca tendrán cabida en nuestras tarimas.

 

Fences

 

Denzel Washington se pone detrás, y delante, de la cámara para adaptar Fences de August Wilson (ganadora de 4 Tony y un Pulitzer) que cuenta la relación de un hombre negro con su familia, en la Nueva York de los 50, lo que viene a ser un retrato del pueblo afroamericano en las grandes ciudades pos Segunda Guerra Mundial.

 

Aunque no la excusa de ninguno de sus múltiples fallos, hay que tener en cuenta que aquí no ha habido adaptación del libreto teatral y que se ha utilizado el texto íntegro lo que acaba estando más cerca de teatro grabado que de cine al uso, pese a esto, las fórmulas de Denzel Washington funcionan. Limitando el espacio a la vivienda familiar, salvo alguna pequeña secuencia, el director quiere mostrarnos la limitación física y emocional de sus personajes y, por ello, apenas les permite escapar de ahí y, en torno a la misma, se construyen estas vallas que dan nombre a la cinta y transforman aún más a sus maltratados personajes.

 

Al ser puro teatro, todo funciona gracias a las interpretaciones de los actores que, tanto en intención como tono, están más cerca de una representación dramática que de una película: los movimientos son exagerados, la gesticulación es muy abierta y el texto se declama en unos tonos de voz e intenciones propias del medio escénico y, por esto, a muchos espectadores les va a costar entrar en la misma. Sin embargo, no hay un sólo actor que esté mal y si el propio Denzel desborda ternura y a la vez trasmite temor y respeto, Viola Davis es el personaje más abrazable del cine reciente y es que en su rol de mujer cansada, herida ofrece el mejor momento de ruptura emocional de esta carrera de los Oscar con un soliloquio que deja pegado al asiento.

 

El despliegue de secundarios es importante porque aportan mucho al texto de August Wilson ya que poco a poco y gracias a estos personajes se construye el pasado del protagonista. El complicado guión consigue ver mucho más allá del racismo y trata temas como la idea de Dios, la soledad, el amor y, sobretodo, lo densas que pueden llegar a ser las relaciones humanas y, sí, son necesarias las dos horas y cuarenta minutos de metraje para poder contar correctamente todo lo que se está contando y hacer que el espectador se plantee ciertas cuestiones.

 

Fences es una película 100% teatral y nada cinematográfica, pero sus brillantes interpretaciones y la fuerza y versatilidad de su libreto facilitarán el disfrute de todos los admiradores del teatro contemporáneo americano.

Acerca de Alex Manzano

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Cine, arte y tebeos. Amarás el musical sobre todas las cosas. John Cameron Mitchel es mi dios. Si quieres encontrarme, busca en mi habitación. Si no, en cualquier rincón de Madrid.

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