“Juventud, divino tesoro, te vas para no volver…”
Noah Baumbach es único en reflejar a personajes en la constante misión de buscar su sitio; no hay más que recordar a esa entrañable Frances Ha correteando sin un rumbo fijo. Pero también le interesan las cuestiones generacionales. Ahora se detiene en la edad de los cuarentones, o mejor dicho, en los “cuarentañeros”, aquellas personas en esas edades que se encuentran en un entorno donde sus allegados empiezan actividades con alas que ellos no se sienten identificados: niños, estabilidad, contadísimas veladas refinadas,… Un lugar poco inspirador para Josh (Ben Stiller), un documentalista en búsqueda de ideas y Cornelia (Naomi Watts), una productora saturada de oír conversaciones sobre bebés. Normal que la pareja sienta Nostalgia (sí, con mayúsculas) de anteriores épocas, y más cuando se topan con Jamie (Adam Driver) y Darby (Amanda Seyfried), una pareja muy similar a ellos y que les hace rememorar otros tiempos de locura, libertad y nuevas sensaciones.
Curiosa la doble finalidad que Baumbach expresa en su trabajo. Jaime y Josh son documentalistas, y he ahí el debate sobre los buenos usos del género, y la siempre perseguida y mentada objetividad. Los puntos de vistas personales y generacionales chocan y ahí sale el conflicto, sobre las nuevas miradas que se hacen a la realidad.
Pese a tan interesantes cuestiones, Baumbach, que sigue ágil con diálogos punzantes, ameniza con esas conversaciones –que rezuman aires de otros cineastas– y divierte con algunas de las situaciones en las que Watts y Stiller se ven inmersos. Igual que reflejar y cuestionar sutilmente el mundo hispter –calificativo en donde muchos sitúan su cine– que focaliza en la pareja joven. Pero ninguno de estas personalidades, ni siquiera el padre de Cornelia, reconocido documentalista, sorprende o deja huella como Greta Herwig, que convirtió a Frances en icono. Sube y baja durante el metraje que, si resumiéramos a la minimas, consite en Josh/Stiller amargado y un Jamie/Driver insoportable.
Propuesta bien conseguida pero no de las brillantes de su creador, Mientras seamos jóvenes mira hacia esos adultos perdidos en la edad madura; es normal en nuestros días si tenemos en cuenta las condiciones en las que vivimos: hoy con cuarenta se es joven, por tanto puededisfrutar y trabajar como alguien de veinte, siempre y cuando éste se ajuste alas nuevas tecnologías. De ahí la paradoja, un mundo lleno de pequeños impedimentos, establecidos por nosotros mismos. Mientras que asumamos el paso del tiempo, todo irá sobre ruedas.
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