Paterson: Rutina y belleza

El papá del cine indie americano, Jim Jarmusch, vuelve a la carga con Paterson que cuenta la historia de un hombre, que comparte su nombre con la ruta de autobús que conduce en un barrio de Nueva Jersey, y su mujer, un inseparable matrimonio que sobrevive día a día a la inevitable monotonía de una ciudad entre poemas y extravagancias artísticas.

 

La presentación de la película en el Festival de Cannes trajo consigo frases como «Paterson es una película en la que quedarse a vivir», reflexión interesante para comenzar a hablar de la obra y es que Paterson es una película muy triste, pero es una tristeza tan verdadera, tan humana y tan, por desgracia, cercana que el espectador disfruta regodeándose en su propio dolor cuando la contempla.

 

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De alguna manera, la película se construye en siete círculos (los días de la semana) atrapados en uno más grande (la semana como tal, metáfora de lo acaba siendo la cinta), tenemos la sensación de estar todo el rato viendo lo mismo, pero a la vez se va descubriendo algo nuevo y poco a poco el conjunto va cogiendo su forma y cuando parece que va a haber un giro definitivo, nos damos cuenta de que nada ha cambiado y todo vuelve a empezar; hasta proyectándose en bucle, la película podría funcionar debido a esta estructura circular que mencionaba al principio del párrafo. Jarmusch tiene una visión tan real como pesimista del paso del tiempo y consigue trasmitir esta monotonía sin provocar un solo bostezo.

 

No solo el gran guión y la majestuosa dirección de Jarmusch sostienen el filme, si el intérprete Adam Driver ya había dejado ver su talento en la aclamada Girls, es en esta obra donde se consolida como un gran actor ofreciendo un trabajo íntimo y sentido apoyado por Golshifteh Farahani, que interpreta a su esposa con dulzura y mucha sensibilidad. Aparentemente incompatibles, la pareja es una de las mejores elecciones de casting de lo que llevamos de año y como si de un auténtico matrimonio se tratase este tándem actoral hace que la película se convierta en un tierno poema de amor sobre el Tempus Fugit.

 

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La presencia de la poesía es, precisamente, algo constante, lo que personalmente considero peligroso al poder caer con facilidad en la pedantería o en la sensiblería hipster, pero Jarmusch la utiliza cuando tiene que utilizarla y la incluye en su obra como si formarse parte de la música, otorgando una hermosa armonía al conjunto.

 

Paterson es, sin duda alguna, una de las grandes películas del año, una pequeña e inolvidable joya que entiende la soledad como pocas veces se ha hecho; una película que perturba la frialdad del cine hollywoodiense que partirá el alma de cualquier espectador que alguna vez a anhelado esa ruptura con lo cotidiano. A su vez, Paterson es una de las más bellas historias de amor del cine reciente, un amor atrapado en un manto de fragilidad que vuelve a esa pareja irrompible. Como se puede ver, Jarmusch lleva todo tipo de emociones al límite y aunque compone una triste canción de amor resulta inconscientemente esperanzadora.

Acerca de Alex Manzano

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Cine, arte y tebeos. Amarás el musical sobre todas las cosas. John Cameron Mitchel es mi dios. Si quieres encontrarme, busca en mi habitación. Si no, en cualquier rincón de Madrid.

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